Fue suplente y parecía que tendría su turno en el último tramo del partido. Juan Cruz partió desde la banca, pero pronto tuvo que saltar al césped por la lesión de Hicham. A los 35 minutos de juego, el malagueño ya corría por el campo Do Vao. Tenía una oportunidad y, a la par, un examen personal para convencer a Pellicer… Y, al final, no convenció, sino que enamoró al cuerpo técnico y a la afición malaguista.
A la hora de encuentro, el jugador de 20 años, conocedor a diario de este tipo de campos y las consecuencias que tiene el desgaste del césped, fue inteligente en la presión y aprovechó una mala cesión sobre el portero. Ágil y vivo, Juan Cruz recogió el balón para, posteriormente, sentar a Amigo, al que le hizo de todo menos ayudarle. Con un amago magistral recortó al portero antes de mandarla al fondo de la red.
Fue el 0-2 y la tranquilidad de tener atado el partido. Pero Juan Cruz quería más y la tuvo. No en forma de gol en esta ocasión, sino con una asistencia de lujo. En un balón llovido, y con la dificultad que tiene, fue capaz de girar cuerpo y pie para enviar a Yanis una pelota con sinónimo de gol. El franco-argelino hizo su trabajo y puso el tercero. Al final, 0-4 y la sensación de que Pellicer encuentra otra diamante de la joyería blanquiazul. Uno más que se suma a la dinámica con un gol y una asistencia de bandera. Para Cruz salió cara.