Tristeza infinita. Sentimientos de dolor y rabia mezclados con la impotencia de saber que nada puede hacerse cuando la muerte decide llevarse a uno de los nuestros.
Un golpe en el corazón de miles de malaguistas, de los periodistas deportivos de Málaga y buena parte de España, de su esposa Ana y sus hijos Jorge y Anita, de sus nietos, familiares y amigos más cercanos.
De pronto cuando la mañana informativa daba paso lentamente a una tarde de martes que languidecía nos llegó el mazazo. JORGE RAMOS, el periodista de la sonrisa eterna, el narrador de miles de partidos del CD Málaga, el Atlético Malagueño o el Málaga CF, nos dejaba de repente con tan solo sesenta años.
Y a mi se me agolparon miles de anécdotas, de historias vividas a su lado, de enfados absurdos o de discusiones bizantinas y fuera de lugar entre amigos. Pero se quedó en mi mente lo importante: su humanidad, su grande e inmensa humanidad.
Como enfadarse con alguien capaz de reírse de sí mismo y mostrarse siempre simpático a la par que mordaz cuando lo creía necesario. Imposible, sencillamente imposible.
Jorge Ramos perteneció, y seguía perteneciendo, a ese selecto grupo de periodistas hechos a sí mismo que fue capaz de encandilar a oyentes, presidentes, directivos, jugadores, aficionados y compañeros.
Desde su Arroyo de la Miel del alma, con la entonces Emisora Municipal de Benalmádena, fue capaz de moldear un estilo propio de narraciones futbolísticas que le situaron en la cresta de la ola radiofónica malagueña.
En la mejor época de la historia del Atlético Benamiel, con Paco García Anaya de Presidente, y sus inseparables José Losada, Pepe Salcedo o Torres Robles, nuestro joven comentarista deportivo pudo contar en primera persona la llegada de todos ellos al CD Málaga.
Paco, le tuvo siempre como su prolongación periodística del club, pues la amistad de ambos fue extraordinaria.Poco después su llegada a la Rueda Rato, antigua Radio Torcal en Málaga, hoy Onda Cero. Allí a las órdenes de Felipe Pardo, qué gran maestro, tuve la suerte de tenerlo como compañero.
Nunca se me olvidará el encuentro que tuvo que narrar en el Heliodoro Rodríguez López tinerfeño entre el público. Un desalmado impresentable le cortó uno de los hilos de la mesa micrófonica pero Jorge se las ingenió para seguir narrando a dos hilos, sin retorno y con un par.
Su buen humor provocó que al final del partido los seguidores tinerfeños que le rodeaban acabaran aplaudiéndole. Un crack.
Después llegaría la Cadena SER y un Eduardo Barrero, hoy director general de El Corte Inglés para Andalucia y Canarias, formase un tándem informativo excepcional junto a él.
¡Que tiempos!, cuando Jorge y otros muchos amigos y compañeros se iban de mi piso de soltero tras grandes fiestas de juventud. Siempre, siempre se iba con la misma frase: “¡muchas gracias!, Antonio. Lo hemos pasado muy bien.
Si, porque a mi siempre me llamo ANTONIO. O alguna que otra cena gloriosa en casa de Feini, la viuda de Juan Gómez “Juanito”, ambos buenos amigos nuestros. La trágica muerte de Juan, le borró la sonrisa de la cara durante algún tiempo, como a todos, pero en él era extraño y resultaba más doloroso aún.
Con los años le vimos en televisiones como Procono, Localia o ahora en 101 Televisión. Por cierto, hay que agradecerle a Juan Antonio Rodríguez, máximo responsable de este grupo de televisión y de Espectáculos Mundo, su apoyo a Jorge Ramos en unos momentos que no estaban siendo fáciles para él.
Jorge Ramos también ejerció las facetas de redactor de campo y colaborador de medios escritos locales y nacionales en nuestra ciudad, sobre todo en el diario As. JORGE sufrió como nadie la desaparición del CD Málaga. Ni la entendió, ni acertó a comprenderla.
Por supuesto conocía los motivos y a los responsables, pero al igual que a mi le parecía incomprensible que nadie hiciese nada desde las instituciones para evitarlo.
Jorge Ramos, como su amigo Juanito, sólo ha sido malo en la vida para si mismo.
A todos los demás trató siempre de ayudarles o provocarles una sonrisa, que ya es mucho.
Cuando vas cumpliendo años muchos buenos amigos van quedando por el camino y como escribió el gran maestro Manuel Alcántara: “a ciertas edades solo te quedan los recuerdos, porque los amigos van falleciendo y no todos los nuevos amigos más jóvenes logran entenderte”.
Desde hoy en la tribuna celestial malaguista hay algarabía, seguro que entre todos llevan al Málaga a la permanencia y echan muy buenos ratos.
¡Descansa en paz!, compañero y gracias por tu forma de entender nuestra maravillosa profesión, tus hijos Jorge y Anita, de los que se bien que te sentías muy orgulloso.
Al Málaga CF y a la Grada de Animación les ruego sepan guardar un minuto de silencio acorde con la figura pero sobre todo la persona que representaste para el malaguismo.
Un fuerte abrazo y hasta siempre, estimado Jorge.