22 de octubre de 2020. El Málaga se impone al Sporting de Gijón por 1-0. 5 de diciembre de 2020. El Málaga cae derrotado ante el Cartagena por 1-2. En ese intervalo, los blanquiazules han jugado en casa con el Mirandés (1-1), Espanyol (0-3), Leganés (1-2) y Lugo (2-2). Son, con el último, cinco encuentros consecutivos sin ganar. Y sólo dos puntos sumados de quince posibles. La Rosaleda ya no es un fortín sino fiel reflejo del síndrome del nido vacío.
Es obvio que el Málaga tiene un grave problema como local. Da igual que el rival sea uno de los candidatos al ascenso o un recién llegado. La consistencia y la efectividad que muestran a domicilio contrasta con los resultados obtenidos. Y no es que los rivales, salvo el Espanyol, pasen por encima. Pero hay momentos en los que se echa de menos una fortaleza psicológica que, con la afición en las gradas, hubiera sido distinta.
A la llegada del autocar del equipo al estadio para enfrentarse al Cartagena, hubo un recibimiento especial de los seguidores más acérrimos. Los jugadores se sorprendieron y lo agradecieron. Y puede que sirviera para mostrar un gran nivel sobre el césped durante la primera media hora. Pero como aquellos padres que sienten cómo la casa se les viene encima cuando sus hijos abandonan el hogar, el tanto del empate de los rojillos les pesó como una rascacielos. Lo intentaron, mas no hubo forma de encontrar cómo salir de ahí.
Sólo Zaragoza, otro que añora a sus fans, y Sabadell, con un partido menos, han sumado menos puntos que el Málaga, que acumula 9 de 24 disputados. Lo que contrasta con lo ganado lejos de Martiricos: 16 de 27 posibles. El síndrome del nido vacío pesa mucho en La Rosaleda a un Málaga que si quiere celebrar la permanencia sin muchos apuros, debe comenzar a ganar como local ya.
