Eso de que los porteros salvan partidos no es ningún tópico, sino la realidad que se vio ayer en Can Misses. El Málaga pudo ganar y perder, pero se quedó con el empate gracias a un único culpable. Cuando más se necesitó -y a pesar de algún fallo que tuvo en la segunda mitad-, salió de la nada la mano antológica del asturiano al testarazo de Goldar. Así fue el milagro de Dani Barrio.
Tiempo añadido. 2-2 y múltiples paros cardíacos en Ibiza por la frenética del encuentro. Juande tuvo en su cabeza el gol de la épica al regalo de Braian Cufré, pero había que defender. Manu Molina sirve el balón desde la esquina, el ‘4’ celeste va en plancha para saltar la locura en la isla y el ‘1’ de negro sacó las alas para sacar la última embestida local. También hay que decir que Davo falló el 3-2 al rechace de forma inexplicable. Una parada que supuso las tablas para acabar invictos las dos primeras jornadas ligueras.
Quizás su salida en falso ante Sergio Castel, quien falló a puerta vacía el 3-1, mancha su papel, pero la actuación del arquero de Gijón fue correcta en el cómputo global. Poco pudo hacer en el primero –le pilla el golpeo de Bogusz a contrapie– y menos todavía en el segundo –el polaco se lució con el chicharro de la jornada-. La portería del Málaga, de momento, la tiene asegurada Dani Barrio, que obró el milagro en Ibiza.