El Málaga vuelve a ofrecer la imagen pobre y ramplona lejos de La Rosaleda. No es cuestión de un día. Ni de errores individuales. Es un mal colectivo. Cuando ayer no estuvo un futbolista fino, hoy falla otro jugador. El bucle de los horrores vuelve a escena. Y es que el equipo de José Alberto cayó en Burgos ofreciendo un nivel paupérrimo. Errores individuales, falta de ideas, sin reacción, sin alma y sin orgullo. Lo de siempre como visitante.
Es imposible encontrar una explicación lógica de las dos imágenes siderales que ofrece el equipo blanquiazul. El once que sale en escena en el Plantío es perfectamente una alineación probable para cualquier choque en La Rosaleda. El cambio de escenario transforma al Málaga y directamente lo hace vulnerable. Se descompone nada más encajar un gol. Hasta el gol de Valcarce soportó el temporal.
La sangría no cesa tras recibir un tanto en contra. Es un mal endémico como visitante. Antes del ridículo en Burgos, también se dio en Cartagena (3) y así varias veces. Goles que tienen denominadores comunes: desconexiones inexplicables, errores de marca, acciones a balón parado y sobre todo centros laterales.
La falta de pegada se acrecenta en el Málaga y su bucle de los horrores. Si de por sí el Málaga no dispone de mucha pólvora y sin la figura de un delantero goleadores, lejos de Martiricos se agudiza este problema.
Somos la vergüenza de la categoría a domicilio, siento decirlo así. Cruda realidad.