El partido del Málaga ante el Granada (0-0) dejó muy buenas sensaciones en el respetado blanquiazul. Los soldados de Pellicer cuajaron una actuación muy seria en defensa, con Ismael Casas a la cabeza, que anuló al combinado de Diego Martínez. Dejar sin opciones a un equipo que luchará por el viejo continente esta temporada tiene mérito. No obstante, siempre hay un matiz erróneo. Una zona en la que se puede mejorar. La espina clavada para el míster. Y en clave boquerona, no hay dudas: el gol es la asignatura pendiente del Málaga.
Y la raíz del problema no está en que la pelota no entra en la portería. Que también. La escasez ofensiva preocupa en Martiricos. Esa ausencia de jugadas a partir de tres cuartos de campo de cara a meta rival. La falta de efectivos es uno de los motivos, sumado a la inexperiencia de los jugadores del filial con el primer de equipo. Y más en categorías como Segunda, donde la madurez gana puntos. Tal es el problema que, frente a los nazaríes, dos disparos -de ‘Tete’ Morente e Iván Calero, respectivamente- fueron lo más notable, pero sin peligro alguno. Hoyos partió en el once titular. Apenas tocó balón. Estuvo muy solo en lanza de ataque. Julio si entró más en contacto con el esférico en el segundo tiempo, aunque sin ser suficiente. Issa Fomba ingresó a falta de diez minutos y se le vio poco.
El regreso de Hicham fue una de las buenas noticias. El marroquí demostró la actitud que suele tener de encarar y ser incisivo en el juego. Y la calidad de David Larrubia es incuestionable. Con las llegadas inminentes de Yanis Rahmani y Caye Quintana, el potencial ofensivo debe crecer de forma considerable. La solidez defensiva es la base del nuevo proyecto boquerón, pero debe ser complementada por la actividad ofensiva. Al fin y al cabo, el fútbol es cuestión de goles y esta es la asignatura pendiente del Málaga.