Viendo la primera mitad, el fútbol no invitaba al optimismo blanquiazul, pero el gol psicológico de Rahmani no solo cambió las tornas en el resultado, sino que revolucionó el ánimo del Málaga. Los de Pellicer fueron de la nada al todo en el segundo acto, donde sí que se vieron síntomas arrastrados por la mejor versión boquerona de la temporada. Los pies siguen en el suelo, pero el reloj marca la hora de soñar.
El técnico de Nules analizó así la metamorfosis que padeció su equipo en sala de prensa: «El rival también juega, cada equipo tiene un plan. Hay veces que hemos estado mejor o peor. El rival también usa sus herramientas. El gol nos ha dado tranquilidad. Ayer hubo varios empates en el último minuto y eso significa que hay que ir a por todas sea el resultado que sea. A nivel físico y mental, al apretar arriba puedes provocar espacios desprotegidos. Habrá momentos en los que quieras apretar arriba, pero el rival también te pondrá piedras para que no lo consigas”.
Se adelantaron las líneas, el centro del campo recuperó la conciencia y el Málaga hizo lo que más le gusta: atacar los espacios y correr al contragolpe, a lo que se suma la solidez defensiva y la aparición de Juan Soriano. Segundo partido consecutivo en el que el sevillano deja la puerta a cero y plasma el esfuerzo de los entrenamientos. Así es esto del fútbol: te puede llevar de la nada al todo en un saque de esquina y cuando menos te lo esperas.
