Antoñín acabó ovacionado y brillando. Aportó en el verde como hacía tiempo que no se veía. Dio dos asistencias. Dos regalos. Dos pases milimétricos y con la sensación de que está de vuelta para el bien del vestuario del Málaga CF. Él lo sabe. José Alberto también. De ahí que en las últimas jornadas, Antoñín haya pasado del guiño a la sonrisa. Cuestión de horas, de minutos y de un gran partido de fútbol.
Y es que el futbolista recupera el ánimo. Es otro. Se nota. Ya empezó a dibujar este nuevo escenario ante el Lugo. En banda izquierda. Más participativo, con más verticalidad y con algún remate importante. En Oviedo dio otro paso más. En sus botas estuvo el 1-2 con un gran lanzamiento que acabó en el palo. Ya sí que era un claro brote verde. La mejor versión de Antoñín estaba más cerca.
Esa buena actuación le permitió ganarse un puesto en el once inicial. No sorprendía en absoluto. Las molestias de Kevin y el rendimiento en el verde le hacía ganar enteros para salir de partida. Y así fue. Antoñín firmó un partido casi redondo. Tiró de velocidad, precisión y calidad para servir a Roberto el 1-1. El gesto del delantero fue brillante, pero la asistencia un dulce. Poco a poco se fue gustando el malagueño. La pedía, se veía suelto y con ganas de más. Gestos de torero incluido. El Antoñín de siempre.
Para más muestras un botón. El 2-1. Pase diagonal. Asistencia tirada con escuadra y cartabón. Paulino solo tuvo que tocarla. Remate sutil y alegría en las gradas. La segunda asistencia de la noche. Antoñín estaba de vuelta. Del guiño a la sonrisa, cuestión de días.
Mejorando cada día. Jugando en su sitio natural. Pegado a banda siempre mejor porque jugando por dentro se pierde. Puede alternar el puesto con Kevin 45 min cada uno perfectamente. Para que no bajé el nivel ni el ritmo y tener acosado al rival. Igual con Paulino y Haitam por la derecha.