Por fin llegó el ansiado triunfo blanquiazul y lo hizo ante el Amorebieta. El cuadro vasco fue precisamente el rival que, por así decirlo, inició todo este proceso de involución futbolística. Es cierto que la destitución de José Alberto López fue tras el 0-5 ante el Ibiza, pero ante el equipo de Íñigo Vélez empezó a desinflarse el globo de la ilusión que había sembrado un Málaga CF que volaba y husmeaba por los puestos de liguilla.
Tuvo que ser precisamente contra el Amorebieta cuando por fin, los malaguistas volvieron a sonreír. El principio y el final de la agonía. No se puede ocultar que tras la derrota el pasado mes de diciembre en La Rosaleda frente al equipo vasco, comenzó una caída libre que fue frenada tras el 1-2 en Lezama.
Y es que el Málaga se presentó a este duelo ganando un partido de los últimos doce duelos. Siete puntos de los 36 que había en juego. Por fin esta racha ya es historia y Natxo González pudo romper su maleficio particular y sumar la ansiada victoria. Costó, pero llegó. Pasaron a mejor vida los 2 meses y 3 días que el conjunto de Martiricos había pasado sin conocer la victoria, desde el 3 de enero ante el Alcorcón.
La depresión de este Málaga puede quedar zanjada tras el triunfo balsámico y anímico que supuso conquistar el territorio vasco al vencer a un rival directo por la permanencia. Ponferradina en casa, siguiente meta. De momento, tres puntos, alivio y sensación de crisis aparcada. La Rosaleda supuso el principio de la hecatombe ante el Amorebieta, y Lezama el final. Una victoria que supone un tesoro para los tiempos que corren.
Rival directo en los puestos de descenso que mantenemos a distancia. A seguir así…ese es el camino