A finales de agosto pasado, el Málaga CF recibió una interesante oferta por Ignacio Camacho. La sustanciosa mejora en los derechos televisivos del cuadro malaguista, unida al trabajo de otras temporadas de Vicente Casado y su equipo de trabajo, permitió al presidente del club desechar la misma. Esta decisión provocó un gran enfado del excepcional centrocampista blanquiazul. Francesc Arnau trató de suavizar la situación, en nombre del club, haciéndole llegar la posibilidad de una ampliación de su contrato en cifras acordes a su valor de mercado.
Durante toda la pasada temporada nadie se dirigió a Camacho para cerrar de forma definitiva esa renovación. Y cuando en el mercado invernal se deslizó la posibilidad de una salida del bravo jugador aragonés, con los blanquiazules en el inicio de una crisis que luego fue preocupante, el propio futbolista no quiso abandonar la nave.
Ignacio Camacho se ha partido el pecho, con más o menos fortuna, en todos y cada uno de los encuentros en los que ha defendido la elástica malaguista. Además, ha sufrido lesiones de consideración, de esas que sólo se recuperan con una capacidad mental a prueba de bombas y un esfuerzo inigualable.
El Málaga CF tiene una necesidad de pronto pago equivalente al descuadre presentado en la Junta General de Accionistas en las Navidades pasadas. En otras palabras, los seis millones de euros obtenidos por la venta de Sandro al Everton, sumados a los trece que el Wolfsburgo ofrece por Camacho, cuadra las cuentas de las obligaciones económicas que la entidad malaguista tiene. De paso, el mal llamado tope salarial de LaLiga ya no sería un problema para terminar de planificar la temporada que ya está a la vuelta de la esquina.
Pero la salida de Camacho del club costasoleño es, en este momento, una cuestión de responsabilidad del presidente del Málaga CF, Abdullah Bin Nasser Al Thani. Económicamente hablando, puesto que es un dirigente que no desembolsa un euro en el club, más bien lo contrario, es una cuestión de necesidad. Moralmente es casi una obligación.
A Camacho no se le ha respetado lo suficiente siendo el futbolista más importante del equipo durante varias temporadas. Un icono de la afición y del malaguismo de los que ya no quedan. Se les ha mejorado el contrato a otros futbolistas de inferior calidad y se han fichado jugadores con un coste mayor al sueldo de Camacho.
Su enfado es natural por el trato recibido y la falta de palabra de Al Thani respecto a su mejora contractual. La dirección deportiva debe encontrar uno o dos relevos para el jugador maño y el jeque debe ser responsable en esta oportunidad, por una vez y sin que sirva de precedente.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.