Pues conforme pasan los partidos -ya van dos desde el cese de Míchel- resulta más evidente que el desastre de temporada blanquiazul se debe a la nefasta planificación de Abdullah Bin Nasser Al Thani y no por culpa de los entrenadores que pasan por el banquillo. La descapitalización del todavía máximo accionista del club y la venta de los principales futbolistas del primer equipo, unido a fichajes de escaso nivel, son los protagonistas principales de esta tragedia.
Como es natural, Francesc Arnau es corresponsable necesario, por acción o por omisión, de este desatino que ahora sufre la familia malaguista. Ahora, esa parcela es para Mario Armando Husillos, pero no parece que sin dinero pueda reeditar el milagro de los panes y los peces. Es evidente que muchos de estos jugadores no tienen nivel para la categoría, no tienen gol y en cuanto el rival les aprieta un poquito se desinflan como un suflé.
Frente al Girona, José González dejó a En-Nesyri en el banquillo y jugó de salida con Borja Bastón. Varió el juego exterior por las bandas por el interior con Keko -muy buen partido el suyo- y Adrián para que conectasen su fútbol buscando a Bastón, pero este fue otra vez un cero a la izquierda de cara a la portería contraria. Los laterales subieron más por las bandas, con no demasiado acierto, mientras Iturra y Recio se multiplicaron para recuperar balones. Pero todo ello sólo sirvió para tener una ocasión de gol en el partido.
Cierto es que en la primera mitad el Málaga CF maniató al cuadro gerundense, como también lo es que en la segunda mitad fue justo a la inversa. José González no llegó a agotar el tercer cambio y cometió un grave error al cambiar a Keko en lugar de a Chory Castro, reventado y con una tarjeta amarilla. Pasó lo lógico: Chory acabó expulsado y el Málaga CF rezando para lograr al menos conservar el empate.
Un punto insuficiente y otra oportunidad que se va al limbo. ¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.