No fue fácil y nadie dijo que fuese a serlo. El Málaga no brilló en exceso frente a un buen Córdoba, pese a ser el colista de la Liga, pero tuvo más y mejores ocasiones de gol, unido a la pegada suficiente para sumar tres puntos de oro mirando a Europa. Posiblemente, si Ghilas hubiese marcado la inmejorable ocasión que tuvo en la primera mitad y que Kameni evitó con un paradón de época, el encuentro podría haber sido diferente.
Sin embargo, la pegada fue de los malaguistas y las mejores ocasiones también, por lo que el triunfo puede considerarse justo. Cierto es que el gol de Juanmi, en claro fuera de juego, con asistencia extraordinaria de Samu Castillejo, fue decisivo. Pero no lo es menos que el fallo de Krhin, en una oportunidad de oro que salvó el Mariscal Weligton, dejó a los de Djukic definitivamente fuera del partido.
En esta oportunidad, Sergi Darder realizó un extraordinario encuentro trabajando a destajo, pues a su habitual calidad tuvo que echar una mano permanente a Camacho. El excepcional centrocampista está lastrado por su lesión de pubis, de las peores que puede tener un futbolista, y frente a los cordobeses se notó en determinadas jugadas.
La salida de Castillejo y la entrada de Luis Alberto tuvo a los malaguistas perdidos sobre el terreno de juego durante quince minutos de la segunda mitad y casi les cuesta un disgusto antes del golazo de Amrabat. El delantero holandés de origen marroquí no quiso celebrar el gol e hizo un desplante al banquillo con mirada preocupante hacia Javi Gracia. El míster, en rueda de prensa, prefirió templar gaitas, sabedor de que, si el futbolista quiere, puede ser fundamental para que los malacitanos jueguen en Europa la próxima temporada.
De momento, 44 puntos, permanencia en el bolsillo y todas las opciones para ser sextos o séptimos. A la vista del presupuesto: un milagro.
