La lista de dirigentes del Málaga que han abandonado la entidad por unas u otras causas desde el cese del equipo de trabajo que dirigió Vicente Casado, empieza a ser preocupante. Primero tomó las de Villadiego el letrado Pedro González Segura. Entró en el club como un elefante en una cacharrería y lo abandonó cual presa a la que sigue un tigre felino en carrera.
Posteriormente, el nuevo hombre fuerte blanquiazul fue el delegado Carlos López. Realizó un trabajo de limpieza de la imagen del presidente malaguista, Abdullah Bin Nasser Al Thani. Su tarea fue encomiable mientras Francesc Arnau planificaba el plantel malacitano para la temporada y juntos convencían a Juande Ramos para entrenar a los blanquiazules.
Sin embargo, cayó en desgracia cuando quiso meter en vereda a los infantes cataríes, altos cargos del club con nula experiencia para ocuparlos pero con sueldos desorbitados. Tras él subió a los altares malacitanos como asesor de la residencia Carlos Pérez, conocido por sus íntimos como Coki.
Su labor, o por mejor decir, el trabajo que le han dejado hacer los hijos de Al Thani y el propio jeque ha sido una constante lucha entre lo que el Málaga necesitaba, a su criterio, y el habitual esfuerzo del presidente por desbaratar esa labor de su mano derecha sea cual sea. No ha habido demasiado tiempo para enjuiciar su tiempo al frente de la entidad costasoleño. Es más, inversiones y decisiones adoptadas fueron en todo momento supervisadas desde Catar por lo que no será fácil en un futuro separar la paja del trigo.
Si destaco algo al respecto han sido sus esfuerzos por dejar resuelto el manido asunto de la Academia en Arraijanal que, como otros en su lugar, no ha podido finiquitar. Una vez más porque Al Thani no pone el dinero necesario para empezar y con ello desbloquear la cuestión. De ese modo, de paso, dejaría en evidencia a la administración autonómica, que sigue poniéndole trabas a la cuestión.
Lo negativo de la gestión de Carlos Pérez es que fuese incapaz de evitar el veto del jeque a nuestro medio de comunicación y que no lograse ser nombrado director general con mando en plaza en ausencia del máximo accionista del club. Hay otras cuestiones de forma o imagen que podrían ser mejorables en su puesto de alto rango estos meses, pero si algo ha quedado demostrado en este tiempo es que mientras más cerca estén el jeque y sus hijos del día a día del Málaga, más complicado es mantener el rumbo de esta nave.
Carlos Pérez se va a un puesto en la LFP, a dirigir una oficina de expansión internacional del órgano representante de los clubes españoles en EE.UU., en Nueva York, ciudad que conoce como la palma de su mano. No negaré que como con otros muchos, en mi encendida defensa del Málaga CF he tenido duros enfrentamientos profesionales con Coki.
Sin embargo, uno y otro hemos entendido que primaba siempre el interés de nuestro club por encima de todo, punto de encuentro que ha terminado por ofrecernos más motivos de diálogo constructivo y una mejora evidente en nuestra relaciones personales. Nada nuevo en mi caso. Salvo con Pedro González Segura, quien no se dignó a dialogar conmigo ni en una sola ocasión, siempre acabo teniendo buenas relaciones con los dirigentes del club incluso en la peor de las situaciones posibles.
El Málaga vuelve a quedar huérfano de una cabeza visible en el día a día del club. Con grandes dudas en su futuro deportivo, sin un entrenador de garantías, con un director deportivo desautorizado por el presidente Al Thani y por su hijo Nayef, y con una plantilla al borde de un ataque de nervios.
En lo económico, el préstamo puente de seis millones de euros solicitado poco antes de diciembre no habla bien de la planificación económica de este verano y las cuentas presentadas a la Junta General de Accionistas no ayudan demasiado a tener tranquilidad institucional. Los juicios pendientes del jeque con BlueBay, así como los que afronta en Catar por otros motivos que ya explicaré, dejan al club sumido en una vía muerta sin demasiadas soluciones a corto plazo.
Suerte a Carlos Pérez en su nueva andadura y mucha más al Málaga, pues sin duda la va a necesitar.