De un tiempo a esta parte, cuando alguien quiere reivindicar un deporte que en nuestro país no sea de masas, recurre a la demagogia barata. Que el fútbol es el deporte rey en España es evidente. Que se beneficia del uso de instalaciones públicas con el ahorro consiguiente en la inversión inicial -que no en su mantenimiento-, es de perogrullo. Que actúan como el mejor embajador de la ciudad que representan es una obviedad, como también lo es que resulta impagable la publicidad que hacen de esta cada vez que se les nombra en un evento. No digamos ya si la competición es internacional como la Champions League y casi se llega a las semifinales.
¿Qué tendría que gastarse la ciudad de Málaga para devolverle al club malaguista su incalculable promoción cuando participó en esta competición? ¿Cuantas ferias de FITUR equivalen a la promoción de La Liga Santander? No se debe reivindicar un deporte a base de hacer demagogia barata y, de paso, mentir descaradamente.
Que el rugby internacional y un partido de la selección española con sede en Málaga sería muy importante para nuestra ciudad, con una amplia colonia de británicos que residen en la Costa del Sol, es incuestionable. Pero que el rugby malagueño también vive de utilizar instalaciones públicas como las universitarias sin pagar un céntimo de euro también.
Que la memoria del periodista y alma mater de este deporte en Málaga, Manuel Becerra, no vería mejor recompensado su esfuerzo y dedicación jugándose un encuentro internacional en nuestra ciudad, no tiene discusión. Que ese partido puede jugarse igual en el campo que lleva su nombre que en el estadio de atletismo, tampoco.
Seamos sensatos y no busquemos tres pies al gato donde no los hay. Y que ese partido internacional se juegue en Málaga y tenga tanta repercusión que sea una cita anual obligatoria.