El maestro Alfredo Relaño, director de As, me hizo pensar muy en serio, tras leer su artículo de opinión, en el panorama que se abre ahora en el Málaga CF. Se refirió Relaño a la frase de Rodney Marsh, un entrenador inglés, sobre la labor de los técnicos. "Todo lo que tiene que hacer un entrenador es tener contentos a once jugadores: los onces suplentes. Los otros están contentos porque juegan".
Recordando la tumultuosa salida de Juande Ramos del club de Martiricos y la postura del núcleo duro del vestuario al respecto, no estaría de más que el nuevo entrenador malaguista tome nota. Marcelo Gato Romero tiene fama de ser amigo de los jugadores pero ahora tiene que dejar de serlo porque ha pasado de ser ayudante a primer entrenador. Deberá también imponer su autoridad desde un criterio técnico y racional lejos de lo que a los futbolistas pueda agradar más. La primera decisión va a estar en la patata caliente de la portería.
Si juega Kameni, además de que no existía un motivo para quitarle la titularidad, no serán pocos los que piensen que el camerunés y algunos más han ganado el pulso al anterior técnico y a la falta de autoridad jerárquica en el club. Si juega Boyko, el uruguayo, técnico ayudante de Juande Ramos, seguiría la senda marcada por su antecesor y estaría dando un golpe de autoridad inesperado. Claro que como el sistema Zidane está de moda, Gato Romero deberá esforzarse por no enfadar en demasía a los onces suplentes sin que con ello pierda un ápice de autoridad.
Por lo tanto, el encuentro frente al Celta de Vigo se convierte en la primera oportunidad para Marcelo Romero de demostrar que el paso de ser amigo de los jugadores a su entrenador no le ha supuesto ningún problema. Tres puntos de oro que, de sumarlos el Málaga CF en Balaídos, darán tranquilidad a la afición y al propio entrenador.
