He esperado que pasen los días necesarios para la reflexión pero pese a ello sigo indignado cada vez más con la UEFA y, de manera especial, con su actual presidente, Michel Platini.
El francés se ha convertido en un lastre para el fútbol europeo y una estafa para el Fair Play financiero. La temporada pasada hizo todo lo posible para castigar al Málaga y utilizarlo de conejillo de indias de una norma que aún no había entrado en vigor y que en esta edición, en teoría ya impuesta, no ha sido utilizada para sanción deportiva alguna porque el estafador Platini ha decidido mantener el status quo de los grandes afectados, entre otros el Paris St Germain. Un equipo, qué casualidad, donde trabaja su hijo a las órdenes del primo del jeque del Málaga.
Resulta del todo una aberración la norma en sí misma porque contraviene la Ley de Libre Mercado de la Unión Europea y, si los clubes afectados de un potencial económico razonable la impugnasen al estilo de la Ley Bosman, con casi toda seguridad la UEFA tendría que acatar una sentencia contraria a la misma.
Lo único que Platini quiere es proteger a los clubes históricos por encima de la llegad al fútbol de nuevos magnates que puedan competir con aquellas entidades que, desde siempre, han dominado el balompié continental, lo cual de una injusticia es una ilegalidad.
El estafador del Fair Play financiero se afanó y decretó como una cuestión de Estado el machacar al Málaga. Al club blanquiazul no le defendió ni la Real Federación Española de Fútbol. Lógico siendo su presidente, Ángel María Villar, un vasallo de Platini con aspiraciones. Pero tampoco ninguna institución deportiva o política con peso en nuestro país.
La tropelía «platiniana« casi lleva a la desaparición al conjunto de la capital de la Costa del Sol. Afortunadamente para el fútbol europeo Platini no se atreve con los grandes porque eso sería un desatio aún mayor. El gabacho, como todos los de su extirpe, es además un estafador de su propia norma, un cobarde sin escrúpulos, lo habitual, vamos, para ser un alto dirigente deportivo.
¡Memoria, compromiso y fe!, sobre todo esto último.