Recordar a Pepe González – Torres para mí supone una amalgama de recuerdos pero sobre todo un tiempo futbolístico y arbitral que ya no regresará. Lo curioso es que, al contrario que la mayoría de quienes le conocieron, yo siempre le llame don José en lugar de Pepe. González – Torres fue un ejemplo como persona y siempre ayudó al que veía en dificultades si estaba en su mano o era resoluble su problema. A los periodistas más jóvenes nos guió por el mundo del arbitraje, que don José encaró desde el respeto a su figura como árbitro y posteriormente como delegado.
Cambio el Colegio de Árbitros malagueño y se convirtió en un referente para este colectivo y otras muchas delegaciones andaluzas. Sin embargo muchos vamos a recordarle siempre como el delegado del nuevo Málaga C.F., el expresidente Federico Beltrán lo reclutó para la causa y Pepe se dedicó a ello con denuedo. En ocasiones nos presentaba al colegiado del encuentro en su vestuario arbitral o incluso podíamos acceder a la bocana del túnel y charlar con los jugadores del cuadro malaguista. ¡Que tiempos!.
Desempeñó su labor de delegado del cuadro malacitano con una excelsa profesionalidad y sin ninguna incidencia personal digna de ser reseñada en lo negativo. Cuando considero que su tiempo había terminado en el club de sus amores dio las gracias y se dedicó a su otra gran pasión, la pintura. Se nos ha ido pues una magnifica y ejemplar persona que en mi caso echaré de menos por sus consejos y enseñanzas en mis tiempos de juventud. Su hijo José es un buen amigo mío y seguro que traslada el legado de su padre a sus hijos y familia.
¡Descanse en paz!, y que nos ayude a todos con su simpatía habitual desde su tribuna celestial donde a buen seguro tendrán un VAR gigante para él y nuestro amigo José Gallardo.
