No se les puede negar su esfuerzo y voluntad en lo que les ordenó su entrenador, Sergio Pellicer. Es innegable que se esforzaron en defensa, con algún que otro despiste serio, y que, como siempre, les faltó gol. Pero el fútbol que exhibió el Málaga CF frente a uno de los peores clubes de la categoría fue ramplón, nulo de creación futbolística y muy alejado del que disfrutamos en buena parte de la primera vuelta.
Cierto es que el compromiso y entrega que les exigió el míster al final del penoso encuentro de la pasada jornada mejoró ostensiblemente. Sin embargo, lo que vimos en Alcorcón dejó dudas muy preocupantes de cara al futuro de lo que queda de temporada. Se salvó el golazo de Chavarría al culminar de forma extraordinaria un contragolpe perfecto al filo del final del envite, con recorte incluido.
Pero de la misma forma puede señalar dos cuestiones de suma gravedad ante un rival de más enjundia. Una falta botada mediada la segunda mitad por los blanquiazules finalizó en una contra del Alcorcón con dos jugadores solos ante el guardameta malacitano. Que no marcasen debe tener que ver con alguna ayuda mariana de la infinidad de advocaciones de María con las que cuentan nuestras hermandades y cofradías.
Siempre, siempre, siempre, hay que terminar la jugada a balón parado, de primero de alevín futbolístico que, por lo visto, no aprendieron nuestros futbolistas en su momento. Y todo el partido atacando por la banda derecha, que alguien le diga a Caye Quintana que el balón no es suyo y hay que pasarlo antes de darle opción al defensor. Y al entrenador, que la banda izquierda existe, de hecho el gol llegó por esa demarcación precisamente.
En definitiva, triunfo injusto pero que sirve de compensación a derrotas no merecidas. El trabajo y el esfuerzo tuvieron su premio, pero jugando así no nos llega para lograr la permanencia sin sufrir. Hay que espabilar y mejorar mucho aún.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.