Suelo intentar ser lo más objetivo posible, pero cuando terminé de narrar el encuentro del Málaga CF el sábado a la hora de los vampiros mi desolación deportiva era absoluta. De la impotencia, como miles de seguidores malaguistas, pasé al hartazgo de ver sobre el césped de La Rosaleda una banda futbolística cuyos componentes eran incapaces de imponer el sonido de su orquesta a un triste violín mal afinado.
Sí, porque el Extremadura, ilustre visitante de Martiricos, apenas mostró un soplo de vida pero suficiente para dejar una vez más al descubierto todas las vergüenzas de los blanquiazules y la nula capacidad de maniobra del mister malaguista desde el banquillo.
Empieza a ser evidente que lee fatal el desarrollo de los encuentros, sus cambios apenas revitalizan al conjunto y que no hay más cera que la que arde. Porque dio la impresión sobre el terreno de juego de un semicolista con más plantel y mejores jugadores que el cuadro costasoleño. Físicamente a años luz de su rival, que apenas tiene fondo físico para treinta y cinco minutos, y con varios futbolistas muy por encima del nivel mostrado por los blanquiazules.
De nuevo tuve la sensación de que falta alguien con jerarquía en ese vestuario que les señale el camino adecuado a seguir, cómo defender ese escudo que llevan en el pecho y los colores de la camiseta que representan.
Preocupación. Esa es la palabra que mejor define las sensaciones que todos tenemos tras el partido frente a los extremeños. Algunas de las erróneas decisiones en materia deportiva del administrador judicial, José María Muñoz, empiezan a pasar factura pues personas que han representado la unión y el pegamento en el vestuario malaguista ya no están.
Pero es lo que hay. Odio esta frase pero no encuentro otra mejor para definir la situación. Saldremos o no, pero tendrá que ser con estos futbolistas. Son los nuestros y hay que convencerles de que pueden hacerlo, léase ganar partidos, y eludir el descenso.
El martes, otra final en Lugo, y esta hay que ganarla.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.
Buenas estoy de acuerdo con uste aunque aveces no tanto pero es la verdad todo aquel que le guste el fútbol aya jugado no entenderá nunca que una vez terminado el partido el entrenador felicite a los jugadores dándome la manita uno a uno a mi en juveniles me tenian corriendo asta que se le pasaba el mosqueo y en el vestuario nos puteaban y en el partido siguiente prefiramos correr en el partido que después de el con 25 años jugaba deferado y también jugaba en peñas no sólo yo sino mucha gente y no éramos profesionales y estos jugadores están cansado no les pagaba asta que ganará tantas tonterías de que poco tiempo de descanso una banda de exprofesionales esto es lo que son desde el primero asta el último kugador