Nadie puede negar a estas alturas de la temporada que Javi Gracia es un entrenador que trabaja concienzudamente con sus equipos y estudia a sus rivales al dedillo, al tiempo que trata de manejar un grupo con treinta jugadores, cuestión nada sencilla. Pero todo ello no esconde ni una sola del resto de las carencias del equipo ni los ataques de entrenador que sufre el míster.
Hasta ahora la ausencia de derrotas y los sucesivos empates han ido escondiendo ciertas cuestiones en base al trabajo colectivo y a la solidaridad de todo el grupo sobre el terreno de juego, pero resulta evidente que sólo con eso no les llega para continuar en la categoría. La media de puntos es de descenso a Segunda División y al respecto tiene experiencia Javi Gracia, que ya sufrió lo mismo en Pamplona.
Este equipo no tiene gol. Ni cuando crea ocasiones ni cuando carece de ellas con asiduidad en los partidos. A su vez, Gracia realiza cambios en el equipo poco comprensibles. El premio al partidazo de Miguel Torres frente al Barcelona fue sentarlo por Boka, que llevaba dos semanas fuera del club por un problema de visados.
Además, en el descanso sustituyó a Amrabat y dejo a un inoperante Roque Santa Cruz sobre el terreno de juego, además de no suplir a un perdido Darder en favor de Recio. Si a ello le sumamos que a los dirigentes del Malaga nos los respeta nadie y que árbitros como Prieto Iglesias nos tratan como si fuésemos el "botones Sacarino", el futuro blanquiazul empieza a ser inquietante.