En la vida, las personas tienen la obligación de ser consecuentes con sus decisiones. Aquella famosa frase ‘cuidado con lo que pides en tus sueños porque corres el riesgo de que estos se cumplan’, recobra inusitada fuerza en el vestuario del Málaga CF en estos momentos. De todos es sabido ya que el núcleo duro del vestuario blanquiazul resultó determinante para que el de Pedro Muñoz presentase su dimisión.
Juande Ramos decidió marcharse cuando descubrió que ninguno de los actuales altos cargos de la entidad malacitana le iban a respaldar en su gestión del vestuario ni ante determinados futbolistas que socavaron su autoridad. El míster se fue como un señor. No esperó a ser cesado para cobrar hasta el último euro y se fue escribiendo una carta sin ofender a nadie. Pero ya es historia.
La guardia pretoriana que rodea ahora a Marcelo Romero tiene la obligación de reivindicarse con la misma autoridad que se auto concedieron la licencia de amargar la existencia del manchego. Nada de ello demostraron en Vigo. Los futbolistas malaguistas jugaron y fallaron en defensa con el Gato tanto o más que cuando lo hacían con Ramos en el banquillo. La diferencia fue palmaria entre un técnico y otro. Juande era capaz de hacer reaccionar a su equipo y con los cambios varió muchos resultados adversos dentro y fuera de casa. No pareció que los futbolistas, pese a su alegría por la llegada de Romero al banquillo, fuesen capaces por sí solos de dar la vuelta a una situación adversa en el marcador. Y el técnico tampoco reaccionó adecuadamente.
Este lunes tienen la obligación de demostrar ante su afición que el sueño de de librarse de un técnico que a los más veteranos desagradaba -sin que uno entienda muy bien el porqué- tenía algún fundamento más allá del capricho habitual de algunos futbolistas. La victoria frente a la Real Sociedad es obligatoria para no entrar en una crisis de resultados muy seria que, en teoría, se prolongaría otra jornada más con la visita al Santiago Bernabeu. Luego, un rival directo por la permanencia les espera, el Osasuna.
Si no se gana a los txuri urdin la palabra ‘crisis’ aparecerá y eso en un club sin cabeza dirigente, dos infantes de ceo y un presidente ausente, además de en el limbo, sería un serio problema.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.