Los tiempos cambian a una velocidad casi incontrolable en el Málaga. El club blanquiazul ha dejado de ser el "nuevo" rico del fútbol español en apenas tres temporadas, y en los últimos ocho meses el cambio ha sido palmario y definitivo.
No se puede seguir siendo una entidad grandilocuente sin serlo realmente y, por lo tanto, es necesario adecuarse a la realidad que se vive en la actual casa malaguista. Y lo primero que ha hecho Javi Gracia es comprender la nueva atmósfera en la que se mueve el club de Martiricos y tratar de acercarse a sus seguidores. Permitir que la afición malacitana recupere la posibilidad de asistir a los entrenamientos del primer equipo ha sido un acierto pleno de Don Javier. Ya que no hay millones de euros para fichar queda lo tradicional, acercarse lo más posible al mejor activo del club: los abonados.
Es fundamental unir mediante un puente cercano a los seguidores con el equipo, los técnicos y la clase dirigente para evitar problemas serios en caso de que vengan mal dadas. Volver al fútbol en su máxima expresión. Marcar las líneas entre lo importante y lo superfluo; y en las actuales circunstancias, todo lo que no sea sencillez, humildad y trabajo durante el día a día, la afición lo puede entender mal o, directamente, no aceptarlo.
Los paseos en trajes de chaqueta y corbata junto a vehículos de alta gama se entenderán mal en una entidad que reduce su poder como plantilla con la salida de casi todos sus futbolistas de enjundia y con inversión casi cero en la llegada de nuevos valores. Abrir las puertas de los entrenamientos y acercarse a la afición ha resultado ser la primera gracia de Don Javier. Un acierto.