La Noche en Blanco es una iniciativa cultural y de ocio del Ayuntamiento de Málaga. Miles de malagueños deciden durante una larga noche visitar los museos, monumentos, tiendas, restaurantes y zonas de ambiente en el centro de la ciudad. Cada año, desde que se puso en marcha, resulta ser un éxito. Pero, tal y como está el patio, muchos critican el presunto despilfarro de la organización del evento por parte del Ayuntamiento e ignoran los brillantes beneficios económicos y de repercusión para la ciudad.
Lamentablemente, también se puede utilizar esta definición de una noche especial malagueña para analizar el actual momento del Málaga. Desde hace semanas el rendimiento de los jugadores del primer equipo deja mucho que desear. Bernd Schuster, por su parte, pasa olímpicamente de un club que hace ya tiempo siente más ajeno que propio, hasta el punto de haber iniciado negociaciones con el Eintracht de Frankfurt. La zona noble del club ya no está por la labor de aguantar otra temporada más las actitudes y salidas de tono del alemán, por lo que hace meses decidió que, salvo causa de fuerza mayor, no continuará.
Lo que ocurre es que, desde hace mes y medio, da la sensación de que hay un cierto desgobierno en el conjunto costasoleño que tiene a todos los protagonistas con los deberes por finiquitar -aún no se ha logrado la permanencia- y a todo el mundo en la luna de Valencia. La Noche en Blanco blanquiazul puede acabar en drama como no se consiga el punto que falta para sellar la continuidad en la Liga de las Estrellas o bien alguno de los implicados falle y deje en bandeja la ansiada permanencia.
¡Ojito!