Yo era un niño que jugaba a ser aprendiz de radio en la Cadena SER con los ilustres, que pronto olvida nuestra Málaga, tan madrastra ella, a su gente, Paco Rodríguez, Javier Pardo y Guillermo Sánchez, entre otros. A ese niño nunca se le olvidará la tarde del descenso del extinto CD. Málaga frente al Betis. El Real Madrid perdió con el Hércules, inexplicable sino fuese porque yo no creo en las casualidades, y el Sevilla FC como era de esperar en casa con el Valladolid.
Fue la tarde en la que las imágenes se agolpan y los recuerdos se confunden con el tiempo pero nunca los gestos. El de D.José París Alonso, Pepe para sus amigos, fue de grana y oro. Al borde del infarto, expresivo como él siempre fue, trinitario malaguista por los cuatro costaos que decimos en nuestra tierra. Sus rasgos, manos a la cabeza y llanto imposible de parar unido a un desconsuelo infinito no se me quitara de la cabeza y aún menos esa fotografía esclarecedora de su histeria en el diario SUR.
Con los años esa pena inconsolable sólo he vuelto a vérsela, con la madurez de la edad y la sabiduría que se va adquiriendo, cuando su Cofradía Trinitaria del Cautivo, dio muestras en público de ruptura entre sus hermanos y de obligada intervención del Obispado. A Pepe París se lo llevaban los demonios cada vez que salía el tema estos últimos años. Él, trinitario, una institución inigualable en la Cofradía del Cautivo a la que hizo grande, primero como penitente, luego como hombre de trono, más tarde como HERMANO MAYOR EMÉRITO POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, Amén.
Su Cautivo, su gente, la túnica blanca del Señor de Málaga, sus regulares y su María Santisima Trinidad Coronada. Aún recuerdo mi última conversación telefónica con él hace ahora casi cuatro años en los peores momentos históricos de su Cofradía. Y como persona el corazón no le cabía en el pecho. Siempre ayudándonos a los redactores de la Cadena COPE, entonces más Radio Popular que COPE, en nuestras retransmisiones de la Semana Santa por las calles de Málaga y bajo las órdenes del insigne pregonero Antonio Guadamuro.
Igual te daba instrucciones para acompañarlo en el sonido de la petición de la venia en la Tribuna Oficial, que de un arrebato te cogia del brazo para que al lado mismo de los varales las ondas
llevarán la emoción de los hombres de trono en la Tribuna de los Pobres elevando al cielo de Málaga al de la Túnica Blanca. Y para un chaval de apenas 20 años todo aquello, porque así lo es y lo será por siempre, me parecía inigualable.
Se nos va uno de los hombres claves de la Semana Santa de Málaga. Nos dice adiós un malaguista de corazón y espíritu inquebrantable. Pero sobre todo se nos ha ido un cofrade trinitario de los pies a la cabeza y un hombre que logró el milagro de convertir a una cofradía, con todas las señas de identidad que ello representa, en miles de promesas detrás del Cautivo sin que por ello nos parezca nunca que la Señora de la Trinidad Coronada va sola en ningún momento por las calles malagueñas.
¡Descanse en Paz!, este gran cofrade y buen amigo PEPE PARÍS, y que Nuestro Padre Jesús Cautivo y María Santísima lo lleven a la presencia del Padre y sentado a su derecha nos proteja a todos.