"En el Málaga CF viví la peor cara del fútbol", declaraciones de Jony en el acto de presentación con el Deportivo Alavés. Mire usted, señor, hay que ser un caradura imponente, no tener ningún respeto por el club que le fichó "para crecer como futbolista", tal y como dijo a la prensa asturiana cuando se despidió entre lágrimas del Sporting. Y hay que tener el rostro de cemento armado para, después de fracasar dos temporadas seguidas, con más oportunidades de las que usted merecía, culpar a la entidad que le ha pagado hasta ahora de sus fechorías y poca profesionalidad.
Sí, en esta viña sin amo que ha sido el Málaga CF las últimas dos temporadas -y que espero corrija en el vestuario Juan Ramón Muñiz y en la dirección deportiva José Luis Pérez Caminero-, usted fue de los futbolistas avezados en aprovecharse. No rindió de forma adecuada achacándolo a que no se adaptaba. Como si en la capital de la Costa del Sol fuese difícil hacerlo.
Sabemos que no le fue complicado divertirse, aprovechar la noche costasoleña y engordar casi siete kilos quedándose fuera de forma tal y como reconoció Míchel, su entrenador, en Radio Marca Málaga. Un profesional que se deja ir de esa forma lo menos que podría hacer es dar las gracias al Málaga CF, pedir disculpas a su afición e irse calladito del lugar al que ha estafado futbolísticamente hablando.
Váyase a escaldar cebollinos y no vuelva por estos pagos, señor mío. Jony, el ejemplo perfecto de la desvergüenza en el fútbol.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.
