Nadie dijo que fuese coser y cantar gestionar un club casi en la ruina y, al mismo tiempo, mantener el nivel deportivo exigible en la Liga de las Estrellas. Cuando el impresentable de Ghubn y el "ausente" presidente del Málaga CF, Al Thani, dejaron de gestionar la entidad blanquiazul, la pesada losa de su incapacidad manifiesta resultaba casi inasumible.
Vicente Casado, Moayad Shatat y Manuel Novo -a este último parece que de un tiempo a esta parte le agradan más los focos de la prensa de lo necesario- han conseguido mantener a flote una nave blanquiazul que claramente se iba a pique. La compra-venta de futbolistas es algo natural en los clubes de economía media o baja. Si encima están mal económicamente resulta un axioma.
La venta de Antunes por seis millones de euros más variables, que podrían cifrar el traspaso al Dinamo de Kiev en ocho kilos, no es una buena gestión de Vicente Casado, que ha sabido tensar la cuerda con los ucranianos al máximo. Es sencillamente extraordinaria. Compensa de alguna manera la salida barata y triste de Monreal hace ahora dos temporadas.
Sin embargo, las aficiones no entienden, ni tienen por qué, de números y economía. Los mortales van al fútbol a tratar de divertirse y a olvidar por un par de horas sus problemas diarios y, en ocasiones, los de su economía doméstica. La afición malaguista no es una excepción. Quiere ganar al Valencia CF este lunes y, de paso, recuperar la autoestima dejada hecha jirones en la Copa del Rey por el penoso y sibilino arbitraje, frente a un Valencia CF MUY BENEFICIADO POR LOS COLEGIADOS en los últimos encuentros de los malaguistas en Mestalla.
Lim, presidente valencianista, representa todo aquello que les hubiese agradado a los malaguistas ver de su máximo dirigente, a la par que el mismo respeto que éste recibe de las instituciones, los políticos y los
medios de comunicación en general. Por eso y por tantas cosas hay que ganar al Valencia CF.