Estamos cerca de las fiestas navideñas y, por lo tanto, se hace aún más duro tener que ser críticos con los tuyos. Pero si pasamos por alto el infame partido que jugó frente al Sevilla FC el equipo de Juande Ramos, todos nos estaríamos equivocando. El error sería mayúsculo no ya por el encuentro del Sánchez Pizjuán sino por lo que viene en la segunda vuelta donde si los futbolistas -algunos de ellos aún no han empatado con nadie y juegan en muchas ocasiones como si estuviesen en el ocaso de su carrera- no meten el pie ni luchan o pelean solidariamente se convierten en un conjunto mediocre y que da grima verlo.
A ello hay que sumar un entrenador cuya experiencia avala sus decisiones, pero que de un tiempo a esta parte empieza a ofrecernos su peor versión. No lee bien los partidos y ante rivales superiores los plantea muy a la defensiva dando la impresión de maniatar al equipo. Los cambios los hace tarde e inadecuadamente, al tiempo que castiga con la suplencia a determinados futbolistas que cuando juegan suelen dar resultado. Los goles de Michael Santos, su aportación al equipo de pareja con Sandro, han sido ya demostrados. Pese a ello su concurso no le parece necesario al míster.
Pero lo peor de todo es la intranquilidad que ha dado al vestuario, y por ende a la defensa, relegando al mejor Carlos Kameni que hemos podido ver en el Málaga a la suplencia. Y lo ha hecho sin ninguna justificación aparente ni mérito alguno del cancerbero que suple al camerunés. Boyko, al igual que frente al Granada o en su error en Mestalla, volvió a demostrar que es inseguro bajo palos, que no despeja bien o no es capaz de blocar los balones más sencillos, regalando goles y ocasiones. En el uno contra uno no es un deshecho de virtudes, paradas determinantes aún no se le ha visto ninguna y deja una gran inseguridad a la zaga defensiva con ello.
Lo pusilánime de Juande Ramos llegó también en Sevilla. Ni siquiera con superioridad numérica fue capaz desde el banquillo de insuflar los ánimos suficientes a los futbolistas para que estos pelearan por recortar distancias en el marcador. El encuentro del Sánchez Pizjuán y la actitud de los jugadores son una ofensa al malaguismo al tiempo que un aviso a navegantes para lo que pueda venir en un futuro.
Es increíble que el míster en el descanso no tratase de hacerle ver a sus pupilos la vergüenza que supone para la afición malaguista el escarnio sufrido a manos de los sevillistas durante los primeros 45 minutos. Que pese a ello no se produjese reacción alguna no habla bien del técnico, más bien lo contrario a decir verdad.
Este miércoles hay una eliminatoria de Copa del Rey frente al Córdoba, que ridiculizó a los blanquiazules en la ida. Es una buena oportunidad para demostrar al malaguismo que lo de anoche fue un accidente colectivo o va a ser una temporada larga.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.