EL DÍA QUE SE PERDIÓ LA CORDURA

0
30

Javier Castillo es un escritor malagueño extraordinario que ha escrito un thriller titulado ‘El día que se perdió la cordura’. Les aconsejo que lo lean porque el libro no tiene desperdicio y ha supuesto un éxito de ventas inimaginable para un escritor español a la altura de los mejores títulos de John Grisham, por poner un ejemplo. Estamos, pues, ante un malagueño que, de seguir así, será universal en las letras como Picasso lo ha sido en el arte de la pintura. Y no exagero lo más mínimo.

 

Sin ninguna duda, el título del libro me viene de perlas para definir la actual situación por la que vive el Málaga. Con un presidente que dirige el club a través de las redes sociales, enfrentado con los responsables deportivos del club, Arnau y Míchel; dejando una sensación de desgobierno y desconfianza entre las personas que tienen la obligación de trabajar y dirigir el día a día del club; no delegando ninguna de las funciones en responsables de la entidad malaguista y, por lo tanto, condicionando cada una de las decisiones que estos tienen que adoptar cada día. Todo esto lleva a un grave perjuicio para que el club pueda adelantarse a otros fichajes o acciones de interés para el mismo. Como consecuencia, una auténtica debacle en la construcción del plantel para esta temporada y en el desarrollo del proyecto deportivo para la misma.

 

Anoche se pudo evidenciar que no se han podido paliar las salidas de futbolistas fundamentales para el club con las nuevas incorporaciones o con los que se han quedado. Se necesita fichar y hacerlo con urgencia, además de con acierto. Resulta evidente que eso no puede hacerlo Al Thani, que ya demostró con la llegada de Mastour y con su decisión de poner a Gato Romero al frente del primer equipo que no tiene ni puñetera idea de fútbol.

 

No tenemos a nadie que apoye a Borja Bastón arriba, en el centro del campo Kuzmanovic lo intenta pero se queda corto, en defensa nadie pone orden ni concierto y solo Roberto Jiménez aporta lo que se espera de él. Míchel no puede hacer milagros permanentes pero su Málaga CF tampoco puede jugar en casa frente al Eibar como si este fuese el Real Madrid o el FC Barcelona.

 

La afición malaguista aguantó estoicamente el pestiño de partido de los suyos y aunque la grada de animación estuvo de huelga de brazos caídos el ambiente fue más que aceptable. Una acción de protesta muy justificada aunque con eso no llevasen al equipo en volandas.

 

Total, que el presidente sigue a lo suyo y cada vez queda más claro que la fecha en la que el equipo directivo de Vicente Casado y compañía fue cesado se podría definir para el club blanquiazul “como el día que se perdió la cordura".

 

Mal empezamos, pero recordemos aquello de que las personas de raza gitana no quieren a hijos de buenos principios sino de grandes finales. ¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último, que va a hacer falta.