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Tarde de emociones en el estadio de La Rosaleda. Primero, el extraordinario recibimiento al equipo a su llegada al estadio. Enorme la grada de animación y toda la afición en la tarde del domingo. No hay mejores imágenes o fotografías de perspectiva aérea porque el todopoderoso Javier Tebas las prohíbe. Han escuchado bien, al presidente de la LFP le parece mal que los medios de comunicación acreditados para el partido puedan realizar fotografías o vídeos de lo que ocurre en los aledaños del estadio desde el interior del mismo. Del catálogo de prohibiciones, multas y otras gilipolleces varias de Tebas y sus adláteres sólo tienen la culpa los medios de comunicación y sus empresas. Si las empresas españolas de relevancia y sus periodistas hubiesen puesto pie en pared en su día estas cosas no estarían pasando.
Después, se jugó un partido intenso entre dos candidatos al ascenso que pusieron toda la carne en el asador pero sin fortuna cara al gol. En el Deportivo, porque Munir, su última parada fue soberbia y evitó la derrota malacitana, tuvo su día y los coruñeses poco acierto en las ocasiones que remataron. En el Málaga CF, porque no hay remedio. Blanco Leschuk está con la pólvora mojada y su excelente trabajo fijando a los centrales no lo aprovechó la segunda línea para lograr marcar. Iván Alejo se dispersó más que en su debut y Dani Pacheco, aunque se dejó el alma en ello, no estuvo afortunado.
Hay una verdad innegable: este equipo, sin el poder resolutivo de juego y verticalidad que ofrece Ontiveros, es casi vulgar en el desborde. Respecto a Seleznov, sigo pensando que ha sido un gran error su fichaje y que no está en la mínima condición física para jugar en esta categoría. El cuadro malaguista bajó muchísimos enteros con él en el ataque. En definitiva, los de Juan Ramón López Muñiz se atascan en La Rosaleda, tercer empate consecutivo, justo ahora que su estadio debería ser un búnker. Unos y otros no tienen gol, y sin gol no se asciende.
¡Memoria, Compromiso y Fe!, sobre todo esto último.