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CUANDO UN AMIGO SE VA… CARLOS HERNÁNDEZ, UN GRANDE DE LA DOCENCIA Y DE BENALMÁDENA

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Escucha la última entrevista que concedió Carlos Hernández a Antonio Merchán

 

No puedo mentir, pese a su lucha contra el cáncer, su ejemplo de superación y la enorme fe que siempre nos mostró a los demás, yo supe que mi maestro y amigo Carlos se nos iba la ultima vez que pude verlo y entrevistarlo en Cudeca, hace apenas dos semanas. Don Carlos Hernández García, mi capitán, nuestro capitán del Colegio Maravillas. Al igual que en la película “El club de los poetas muertos”, un ejemplo de didáctica en la docencia y un magisterio extraordinario para explicarnos a los clásicos, a los grandes de la literatura o la dichosa métrica de los poemas. Desde Jorge Manrique a Espronceda, de Góngora a Quevedo, de Cervantes a Lope de Vega, pasando por Valle Inclán o Mariano José de Larra.

 

En su mesa de maestro impagable con su manga de camisa recogida en uno solo de sus antebrazos, adelantándose a las modas venideras y huyendo del clásico: “la letra con sangre entra”. Profesor de literatura cercano en tiempos donde el alumnado sólo tenía derecho a obedecer, inculcó a sus alumnos el respeto por los demás, por el estudio y los profesores, pero sin que ello menoscabase nuestros deseos reivindicativos en una democracia de reciente implantación en nuestro país.

 

Aún recuerdo cómo lo sacaba de quicio, en según que cuestiones, pues yo ya era un terrible diablillo entonces, y cómo valoraba mis supuestas dotes para la narración y la lectura. Con los años, por la edad era más difícil entonces, nos hicimos buenos amigos. Conversábamos de cuestiones políticas, literarias, de educación, etc. Organizamos programas de Radio Marca Málaga en el nuevo Colegio Maravillas, siempre fue un buen emprendedor a la par que administrador y director de Primaria en un centro escolar de referencia para Benalmádena y la docencia en Málaga. Centramos los programas en la impresionante escuela y cantera de balonmano del colegio y los grandes éxitos de los clubes que lo representan. Sus niñas y niños, como siempre dijo, defendió y promocionó toda su vida.

 

Ahora me vienen a la memoria sus clases junto a compañeros y amigos que estarán tan tristes como yo en estos momentos de dolor y tristeza por la muerte de un buen profesor y amigo. Su sobrino Santos Hernández; José A. Reyes, mi hermano inseparable; Pepe Herrera, nuestro pequeño Messi antes de que ni siquiera se conociese al argentino; Marjolein, qué espíritu, madre mía; María Isabel Emo y Antonio Carlos, qué pareja hacían. María José Trujillo, hoy funcionaría y jefa de servicio en la Diputación Provincial de Málaga, ejemplo de estudiante para toda la clase. La feroz Beatriz o la, había que conocerla bien, amable Alícia. Nada comparable desde luego a la sin par María José. Podría seguir así y no acabaría nunca. Todos ellos y muchos más recordaremos siempre a Don Carlos.

 

Nos dijo adiós ayer con 69 años, una edad muy joven para hacerlo, y mucho más en un hombre lleno de vida, ilusiones y proyectos. El último “MALOS”, un libro escrito junto a su amigo Renzo Samsanelli, pintor y compañero de alegrias y malos ratos estos últimos años. Juntos, pese a su estado de salud, presentaron su obra en el Centro de Arte Contemporáneo hace dos semanas y hablaron en nuestra emisora de un nuevo proyecto literario muy avanzado sobre “Mitos y Leyendas”, cuyo trabajo seguramente veremos en no mucho tiempo.

 

Cualquier cancha deportiva o aula, biblioteca, etc de relevancia en el Colegio Maravillas debería llevar su nombre. Es un trabajo para encargárselo al gran director del centro escolar, Don Ramón, o al gran Paco Lara. Inexcusable en cualquier caso para quien sea el responsable del enorme legado que Carlos deja en la docencia y la cultura benalmadense.

 

Sus hijos, Carlos y Cristina, veintiséis y veinticinco años les contemplan, reciben pues una herencia de valores, cultura y educación de un precio incalculable cuyo legado deberán pasar de generación en generación. Nosotros le diremos mañana, hasta luego en el cementerio de Benalmádena Pueblo a un gran profesor y amigo desde las cuatro y media de la tarde.

 

Descanse en paz a quien recordaremos siempre con su sonrisa socarrona o su gesto fruncido, la menor de las veces, por alguna de nuestras muchas trastadas como alumnos suyos. Pierdo un gran consejero todos estos años, un profesor extraordinario y un gran amigo que jamás olvidaré. Alguien dijo que si recordamos a los que se van, nunca lo hacen del todo y siguen vivos para siempre en nuestros corazones. En el mío siempre estarás, amigo mío.

 

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