UN AÑO DE LA TRÁGICA NOCHE DE DORTMUND

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Felipe Santana

@CesarRadioMARCA | El 9 de abril de 2013 las calles de Dortmund respiraban malaguismo por cada rincón. Miles de aficionados habían acudido a la ciudad alemana para continuar viviendo el sueño de la Liga de Campeones. El 0-0 de la ida daba esperanzas de que así fuera y el Málaga alcanzara las semifinales de la máxima competición continental.

Y a punto estuvo de ser así. El equipo había vivido momentos muy difíciles en las horas previas por el fallecimiento del padre del entrenador Manuel Pellegrini. Incluso no se sabía si el chileno llegaría a tiempo para dirigir a los suyos en ese decisivo encuentro. Pero lo hizo. Y cuando llegó al hotel les pidió a sus chicos un último esfuerzo, que ganasen por él, por su padre.

La conjura de los jugadores al entrar en el Signal Iduna Park dos horas antes del encuentro era clara: «vamos a conseguirlo«. Y lo hubiesen hecho de no ser porque la UEFA, a través del árbitro Craig Thompson, no lo podía permitir. Joaquín inauguró el marcador en el 24 con un disparo con la izquierda tras una combinación con Baptista y con Isco. El miedo se sentía en los alemanes que, sin embargo, lograrían rehacerse con un robo de balón a Sergio Sánchez que no desaprovechó Lewandowski. Así concluyó la primera parte, con el Málaga virtualmente en semifinales.

 

En la segunda mitad, los de Pellegrini no se achantaron y llegaron con peligro en varias ocasiones a la meta de Weidenfeller, si bien en alguna ocasión también tuvo que aparecer alguna mano salvadora de Willy Caballero. Pero fueron las menos. Así se llegó al minuto 82, cuando Eliseu, que acababa de entrar apenas cinco minutos antes, metía el segundo tras una excelente jugada de Isco y que Baptista no pudo culminar en primera instancia. El portugués se abrazó con todo el banquillo y toda Málaga lloraba de emoción porque las semifinales eran un hecho. Quedaban menos de diez minutos y el Dortmund tenía que marcar dos goles. Parecía imposible…

Pero ocurrió. Los alemanes se volcaron como si les fuera la vida en ello y el Málaga, atemorizado, se echó hacia atrás, intentando achicar balones. Pero en un mal despeje de Demichelis, el balón quedó franco para que Reus batiese a Willy. Era el minuto 91 y el 2-2 ponía el miedo en el cuerpo. Había que dormir el partido, había que matar el encuentro. Pero por circunstancias que aún hoy no me explico, el Málaga sacó muy rápido de centro y, en vez de mantener la posesión de la pelota, se la quitó rápido de encima con un despeje a tierra de nadie. Eso permitió una nueva oleada de los de Klopp y el favor arbitral que permitió a cuatro jugadores alemanes en fuera de juego plantarse con todas las opciones de cara ante Willy Caballero. Fue Felipe Santana, como podía haber sido cualquier compañero, el que metió el balón en el fondo de las mallas y acabó de la manera más injusta y cruel con el sueño del Málaga en la Champions.

 

Sólo nos queda el consuelo de haber vivido grandes noches y gestas europeas y la sensación de que, algún día, ojalá que no muy lejano en el tiempo, Europa y la Champions devuelvan al Málaga y al malaguismo lo que una noche en Dortmund un árbitro escocés les robó.