@SuarezRMarca | Será especial, inolvidable para el gran protagonista del partido. Poco antes de las 18.30 horas sonará el nombre de Míchel por la megafonía de La Rosaleda en su estreno como entrenador del Málaga. Y se escuchará una cerrada ovación porque el técnico madrileño ha generado ilusión, la misma que se había perdido con el Gato en el banquillo tras una decena de choques disputados. Ahora es necesario que ese efecto regenerador se transforme en victorias.
Para lograrlo, Míchel tiene claro su libreto: posesión, toque y verticalidad arriba, pero sin perder el equilibrio. Futbolistas tiene para hacerlo, tiempo no tanto. Apenas cuatro sesiones en tres días no da para hacer una revolución. Los problemas en el centro del campo tampoco ayudan. Ausentes Fornals, Juanpi, Recio y Kuzmanovic, el bueno de Camacho volverá a forzar su cuerpo para comandar a sus compañeros. Junto a él, un producto de La Fábrica como Míchel, José Rodríguez. Y dos delanteros, ya veremos si En-Nesyri o Charles acompañan al indiscutible Sandro.
Enfrente se situará un Alavés que no quiere que la temporada se acabe. Lo ha bordado en la Copa del Rey, donde espera al Barça en la finalísima, y lo está haciendo de lujo en La Liga, ubicado en una zona sin problemas de puntos ni de clasificación. Un par de bajas tiene Pellegrino, la más importante la de Theo Hernández en el lateral zurdo. Pero mimbres tienen los vitorianos para hacer sufrir a cualquier rival, como hizo este lunes ante el Sevilla.
El choque promete. Porque al estreno de Míchel y al hambre de triunfos del Málaga se une el Día de la Infancia. Y ya se sabe que para recoger antes hay que sembrar. El futuro del club costasoleño depende de los que hoy son niños. Y una buena imagen ayudará a fidelizarlos para siempre. No les pueden defraudar. Como tampoco Míchel, que sonará como entrenador del mismo modo que el malaguismo soñará con los tres puntos en La Rosaleda.
