@CesarRadioMARCA | Seguro que a más de uno os ha pasado lo de estar enganchado a un libro o a una serie y que, cuando llega el final, este sea tan decepcionante que tengas la sensación de haber perdido tu tiempo. Pero sería injusto quedarse con esa última sensación, más allá del amargo sabor de boca que se te quede porque durante mucho tiempo te lo has pasado en grande, lo has disfrutado y te han hecho vivir muy buenos momentos.
Y eso es lo que esta temporada ha hecho el Málaga, un equipo cuyo objetivo era la permanencia y que hasta la última jornada mantuvo opciones europeas. Cierto que falló en partidos en los que no debió caer, en los que se asomó una alarmante falta de actitud, pero no es menos verdad que cualquier malaguista hubiera firmado esta temporada. Y por eso se ganó el aplauso de la afición en la vuelta al ruedo que dio la plantilla y el cuerpo técnico.
Merecido el buen rollo después de que el guión no fuera el esperado tampoco ante el Sevilla. Un encuentro que quedó marcado por la expulsión justa de Weligton por un manotazo a Gameiro en el 25 de la primera parte, pero en el que los blanquiazules tiraron de coraje y corazón para no rendirse jamás.
El problema es que el Sevilla también se jugaba mucho y así lo demostró en un inicio de segunda mitad magistral, aprovechando los espacios en defensa gracias a la velocidad de Vidal, Reyes o Gameiro, y a la calidad de los Banega o Krychowiak. En 9 minutos, del 52 al 61, sentenciaron el derby y durante muchos minutos soñaron con la cuarta plaza.
Sin embargo, el Valencia hizo sus deberes y los de Emery bajaron su ritmo, lo que aprovechó Javi Guerra para reivindicarse como el goleador que es. Un disparo raso desde la frontal y un cabezazo al segundo palo sin ángulo mostraron la raza de un Málaga que no pudo poner la guinda a una más que notable temporada.