MARCA recuerda el Mundial que ganó España en su X aniversario

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Diez años del Mundial ganado por España
Diez años del Mundial ganado por España

uchos años después, frente a un pelotón de periodistas, el seleccionador Vicente del Bosque había de recordar aquella tarde remota en que su equipo lo llevó a conocer el cielo. A él y a todo un país, compuesto por 46 millones de corazones que aquel inolvidable 11 de julio de 2010 gritaron, saltaron, rieron, se abrazaron y lloraron al unísono -por primera y única vez al unísono- zarandeados por una deliciosa felicidad. 

Fue un baño de alegría colectiva (en sentido literal: hubo chapuzones de entusiasmo en cada fuente de cada barrio, de cada pueblo, de cada ciudad). Llevábamos una vida soñando con ese momento mágico, intentando imaginar a qué sabe la gloria futbolística. Desde niños, todos habíamos marcado alguna vez el gol de Iniesta en nuestro pensamiento. Pero nos daba vértigo creer que alguna vez pudiera hacerse realidad. Teníamos la piel futbolística repleta de dolorosos costurones, con los que el fatalismo, el azar y la crueldad de este deporte nos habían castigado en cada campeonato. Tanto infortunio achantaba nuestras fantasías. Apenas nos conformábamos con soñarlo.

Pero entonces apareció una generación brillante de peloteros. Una exquisita conjunción de astros futbolísticos que se alinearon por esas misteriosas razones que a veces tiene el destino. España contaba en el torneo de Sudáfrica con un equipazo que ya había dado un sonoro golpe en la mesa dos años antes, ganando la Eurocopa en Viena con indiscutible autoridad.

La mirada de todo el planeta se posó sobre aquel equipo, con el interrogante de saber si lograrían refrendar su superioridad en el desafío de los desafíos: el Mundial. 

Luis Aragonés había cedido la batuta a Del Bosque, que afrontó con su firme templanza el gran reto. El desenlace ya lo conocen: se llama Gloria. Ha pasado una década. Y aún se eriza la piel al mirar atrás. Y pasarán cien años y serán cien años de felicidad (no de soledad) al recordarlo. Y pasará una eternidad y nadie nos arrebatará jamás esa placentera sensación. Fuimos campeones del mundo.

El mismo Del Bosque que salió a hombros del Soccer City de Johannesburgo es el que ahora toma asiento encantado en el humilde vestuario del CD Barajas y alterna en sus reflexiones el fútbol modesto con el de élite. El seleccionador campeón del mundo conecta esos dos universos con una normalidad admirable. Es un maestro en despojar este deporte de ornamentos innecesarios y encontrar siempre la respuesta en la sencillez y en el sentido común. Hay que ser muy inteligente para aplicar correctamente la simplicidad. Al fin y al cabo, el fútbol no es más que once contra once, dos porterías y un balón. En Sudáfrica y en Barajas.

Resulta hermoso evocar, una década después (y aunque resulte manido decirlo: parece que fue ayer) aquel torneo inolvidable. Un campeonato que nos dejó una estrella dorada cosida junto a nuestro corazón futbolero y un recuerdo imborrable de felicidad. Fue memorable por lo que se ganó y -nunca lo olvidemos- por cómo se ganó.

Juan Ignacio Gallardo, director de MARCA.

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