@SuarezRMarca | Sentarse en el sofá y ver el vuelo de una mosca por el salón puede parecer la idea más aburrida del mundo. Encender la televisión y ver el Celta-Málaga ha sido la idea más aburrida del planeta. Al menos durante los primeros 45 minutos. Esos en los que Sergio y Roberto fueron meros espectadores que podrían haber jugado a la gallinita ciega sin temor a que los delanteros les rematasen a portería. Lo curioso es que para ninguno servía un empate. Para los gallegos, porque les aleja definitivamente de cualquier opción europea; para los malagueños, porque un punto significa estar a 13 de la salvación con sólo 27 por disputarse.
Pero parece que la cosa no es tan grave. Porque la intensidad que se les debe suponer a todos en el equipo nada más que se vio en algunos. Otros se esconden o directamente comparecen para dimitir poco después. Hay quienes lo intentan, quienes se sacrifican en una presión inútil y nada colectiva, quienes demuestran apego al escudo. Otros, como he dicho, miran a sus compañeros como bichos raros. A Success, por ejemplo, habría que preguntarle para qué ha venido. O a José González, por ejemplo, también se le debería cuestionar lo mismo.
Diez jornadas después de su llegada ha hecho bueno los números del Gato Romero, que sumó 5 de 30 puntos. El gaditano lleva 3 de 10 y aún no sabe lo que es ganar. Ni parece que lo vaya a saber muy pronto. Sigue insistiendo en un sistema caduco que no encaja en los jugadores. Estos no están sobrados de calidad, cierto, pero no se atreven a abandonar sus zonas de confort. Si pones un 4-4-2, algún medio centro debería descolgarse, aunque fuera por error. Ni por esas. Y los extremos no pueden ser carrileros que corran más hacia atrás que hacia delante. Imposible entonces montar una contra.
Así fueron pasando los minutos, con Rolan y En-Nesyri intentando combinarse para conducir la pelota y chocando en ocasiones en el mismo sitio. Por no hablar de los centros, que nunca encontraban destinatario, bien por defectos en el pase, bien porque los delanteros no llegaban a su sitio en el momento adecuado. Sólo se animó el choque cuando Aspas y Torres tuvieron sus más y sus menos por la chulería del delantero.
En la segunda mitad, el encuentro se abrió algo más. El Celta adelantó líneas, Aspas empezó a aparecer -debió ser expulsado por soltar una patada cuando se encontraba en el suelo-, Sergi Gómez mandó el balón al palo y Torres y En-Nesyri salvaron algún remate dentro del área. En el área viguesa no aparecía nadie porque el físico ya no respondía. Keko no sirvió de revulsivo y Lestienne salió con la misión de jugar casi más de lateral que de extremo. En el 90 tendría el belga el triunfo en sus pies pero su remate con la derecha besó el palo.
No hubo tiempo para más, salvo para certificar que este Málaga tiene más lejos que la permanencia y que esta vez sí los jugadores regalaron sus camisetas a los 30 aficionados que se desplazaron a Balaídos.
-CELTA: Sergio Álvarez; Hugo Mallo, Roncaglia, Sergi Gómez, Jonny; Brais Méndez (Radoja, 66'), Lobotka, Tucu Hernández; Aspas, Maxi Gómez, Sisto (Boyé, 66')
-MÁLAGA: Roberto; Rosales, Luis Hernández, Ignasi Miquel, Torres; Success (Keko, 68'), Iturra, Lacen (Recio, 79'), Chory Castro (Lestienne, 73'); Rolan, En-Nesyri.