@Pedromartinper | En caída libre y sin frenos. En el empate a tres del Málaga frente al Elche, además del espectáculo en forma de goles vivido sobre el césped, los focos también apuntaron a las gradas del conjunto blanquiazul. Con un horario apetecible para el espectador -16:30 horas y 17 grados- La Rosaleda presentó un aspecto desolador en un momento crucial para los de Víctor Sánchez del Amo.
Los malos resultados, el cansancio de una situación normalizada entre el público y un proyecto que no convence a nadie podría ser el detonante para el enorme descenso de seguidores en las gradas de Martiricos según pasa las jornadas. La Rosaleda, que venía registrando una media de 16066 aficionados por partido, cayó a una de las peores cifras de asientos desde que el club habita en la Segunda División.
Solo 13691 personas vivieron en directo el frenético duelo de la decimoséptima jornada liguera. Escaso aforo. Fue ante el Lugo en la temporada pasada, después de una goleada grabada a fuego (Málaga 0-3 Reus) cuando La Bombonera presentase sus ínfimas cuotas -12758 fieles-. En ese mismo mes –enero y febrero de 2019- también se registró una pobre entrada que rondaba los 13300 blanquiazules en el derbi frente al Almería. Luego, y con los resultados favorables, La Rosaleda volvió a ser la caldera que exige un club como este, llegando a rozar, juntos de la mano, el ascenso a la Primera División.
Pero esta temporada, con un equipo sumergido en el pozo y que da señales de vida a cuenta gotas, la afición se está despegando –se ve en el color de las gradas en cada jornada en casa- de un club que necesita más que nunca el calor y apoyo, como remarcase Víctor en sala de prensa, de la hinchada boquerona.