El león Aritz Aduriz, el máximo goleador del Athletic Club en el siglo XXI, ha decidido colgar las botas y ha comunicado su retirada. El ariete deja el santoral realizador rojiblanco nada menos que en la sexta posición, con 172 dianas. Se une a mitos como Zarra (335), Bata (208), Dani (199), Gorostiza (196) e Iraragorri (179).
El donostiarra pasará a la historia como uno de los delanteros centros más carismáticos del Athletic, fuera del campo y sobre el verde, donde ha dibujado una amalgama de remates espectaculares. Entre sus más bellas estampas quedan las de cabeza, ayudadas por su enorme capacidad de salto. Cuatro goles suyos sirvieron a los leones para ganar la Supercopa del 2015 por un global de 5-1 frente al Barcelona con Messi a los mandos. Se lleva bajo el brazo este título y un puñado de clasificaciones europeas, entre ellas una para la Champions League.
Su rendimiento creció de manera increíble a los 30 años hasta batir varios récords de longevidad. Fichado del Antiguoko en 1998, se curtió en el Aurrera de Vitoria y Bilbao Athletic para debutar en el primer equipo a las órdenes de Jupp Heynckes ante el Amurrio (Copa) en septiembre de 2002. En Liga, debutó ante el FC Barcelona. El equipo azulgrana marca su trayectoria, ya que a él le anotó su último gol con una inolvidable chilena en la primera jornada liguera.
Aduriz abandonó Lezama por primera vez para crecer en Burgos, fue un ídolo en Valladolid (donde por un guiño de la vida ha jugado sus últimos minutos como león), regresó sin dudar al Athletic en un momento delicado en el mercado de invierno de la 2005-06 para ayudar a sacarle de los puestos de riesgo y posteriormente fue traspasado al Mallorca en 2008, donde también triunfó. Le fichó el Valencia, estuvo allí dos temporadas, y el club rojiblanco le reclamó para una tercera etapa, en el segundo año de Bielsa.
Su trayectoria desde entonces (ocho campañas) ha sido espectacular. Deja un legado tremendo e imágenes inolvidables como sus cinco goles en San Mamés al Genk. Lástima que el Coronavirus se haya interpuesto para no disputar la final de Copa ante la Real Sociedad, lo que suponía una motivación extra y broche de oro para su carrera. Levantar esa Copa era su sueño, pero estará ahí insuflando ánimo. También es suya.