La moneda voló al aire, se tuvo que tirar otra vez y salió cruz. La lotería de los penaltis, esta vez, puede con el fútbol. Es la sensación que deja el pase de Italia a la final de la Eurocopa ante una España que murió de pie y mereció más por el despliegue realizado en los 120 minutos. La pena máxima de Jorginho engañó a Unai Simón y finiquitó el sueño y la ilusión de un país al que le costó confiar en su selección.
La crueldad conquistó Wembley. La única realidad es que el planteamiento de Luis Enrique obligó a una de las mejores de la Eurocopa a renunciar a su estilo y reencontrarse con el catenaccio: replegar con demasía y correr al contragolpe. El orgullo debe estar presente más que nunca en la afición, porque España se queda en la orilla y con todos los honores.
La anécdota
Pedri brilló a la perfección en la primera mitad con 100% de acierto en pases completados -31 de 31, 65 de 67 (97%) en el cómputo global-, y Dani Olmo completó su mejor partido en la Eurocopa, pero Morata se convirtió con su gol en el 80′ como el máximo realizador español en la historia de la Eurocopa (6) superando a Fernando Torres (5). El que más críticas ha recibido, el que más bocas ha callado.