@Pedromartinper | Tan persistente y contundente como los latidos de un corazón. El órgano muscular principal del aparato circulatorio, el que permite que riegue todas las extremidades del cuerpo. Si extrapolamos las funciones vitales del corazón al terreno de juego de La Rosaleda, dicho músculo sería Keidi Bare. Todo corazón.
El albanés, y ahora que no está N`Diaye ni han llegado más refuerzos en su posición, se ha hecho dueño y señor del centro del campo malacitano. En la pretemporada ha ido de menos a más, creciendo con el balón en los pies y con una confianza plena en sus posibilidades, las cuales son muchas. La experiencia que le brindó el haber jugado 18 partidos en Segunda División, la está poniendo en liza en estos primeros encuentros.
Víctor Sánchez del Amo, que descubrió en Keidi al jugador total para abarcar él solo la parcela defensiva de la medular, lo ha ido probando con distintas parejas de baile. Boulahroud y Ramón, ante Córdoba y Mallorca, acompañaron al albanés en el medio. De los dos, el más beneficiado del trabajo sucio de Keidi fue Ramón, con mucha más libertad para crear y trenzar jugadas con los compañeros más adelantados.
Y es que, y con tan solo 21 años, Keidi Bare parece que lleva más de media vida en la plantilla blanquiazul, con una personalidad y liderazgo que le han servido para ser, a día de hoy, insustituible para Víctor Sánchez del Amo. La única incógnita sobre el jugador sería la llegada del senegalés, aunque de tenerlo en el equipo, lo más comprensible es que ambos formasen pareja en el centro del campo. Lo que está claro es que Keidi llegó para quedarse y ahora es un fijo.