El fútbol paraliza y deja en un suspiro a toda una nación. Y más cuando se trata de plantarse en las semifinales de la Eurocopa, donde ya hay rival. España saca oro del cobre y se medirá a Italia el próximo martes a las 21:00 en Wembley con el único objetivo de llegar a la final para callar todas las críticas y disipar todas las dudas surgidas desde la convocatoria de Luis Enrique.
Fue un partido descafeinado –quizás el peor del combinado en toda la competición– ante un contrincante que plantó cara y supo dominar las áreas a través del balón parado a pesar de la mala suerte en el 0-1 que mete Zakaria en propia puerta. La fragilidad defensiva española se hizo notar y Shaqiri aprovechó la falta de comunicación en línea zaguera con el 1-1. Ya en la tanda de penaltis -tras el asedio sin premio en la prórroga-, Unai Simón amargó los tiros de Schär y Akanji y Oyarzabal firmó con sangre el billete San Petersburgo-Londres. Un sello que también lo consiguió la azzurra de Mancini a expensas de Bélgica con las dianas de Barella e Insigne.
La anécdota
Más que la anécdota, el hombre de la tarde. Sommer fue la muralla de los Alpes parándolo absolutamente todo. De hecho, el guardameta del Mönchengladbach se convierte en el portero que más paradas hace en un partido en la historia de la Eurocopa (10). Honor para los que merecen honor. El gran culpable de que Suiza haya quedado entre las ocho mejores.