@SuarezRMarca | Pablo Fornals vivió un sueño la pasada temporada. La salida el último día del mercado veraniego de Sergi Darder le abrió las puertas del primer equipo de par en par. Javi Gracia no dudó ni un instante en darle la alternativa y el de Castellón le respondió con grandes actuaciones. Debutó a lo grande en el Santiago Bernabeu y fue quemando etapas de manera vertiginosa. Tanta que incluso acabó la campaña convirtiéndose en internacional absoluto justo antes de la Eurocopa.
A sus 20 años, Pablo lo tenía todo para triunfar. Incluso la humildad. Porque el canterano siempre dijo que su temporada de verdad sería la segunda, la de su consagración en la élite. Y no hay quien le conozca que no asegure que el chico es más maduro que lo que dice su carnet de identidad. Vamos, que no se le ha subido el éxito a la cabeza.
En la pretemporada, de hecho, se le vio tomando más responsabilidades .A veces, jugando más de pivote; en otras, actuando con más libertad, siempre aprovechando su buena llegada para anotar goles. Se notaba más suelto, con confianza, con la intención de continuar evolucionando en su carrera.
Sin embargo, y a pesar de sus buenos minutos en verano, en cuanto empezó La Liga Juande Ramos se olvidó de él. Tuvo que esperar hasta la tercera jornada, tras el parón internacional, para jugar sus primeros minutos. Lo hizo en el lugar de Juanpi, pero sólo duró 45 minutos. El mal juego del equipo lo dejó en el banquillo al descanso. No volvió al campo hasta dos jornadas después, cuando saltó a falta de 6 minutos para el final para aguantar el marcador favorable frente al Eibar. Desde entonces, la pregunta es ¿dónde está Fornals?
51 minutos en 7 jornadas son un triste bagaje para un futbolista llamado a ser uno de los referentes del Málaga esta temporada. Juande no termina de confiar en su bagaje defensivo, en su posicionamiento táctico, y como mediapunta tiene por delante a Juanpi e incluso a Duda, según lo visto en las dos últimas jornadas. Mucho tienen que cambiar las cosas para que Fornals vuelva a disfrutar de continuidad. Mientras tanto, él se dedica a trabajar, sin una palabra de queja, para convencer al técnico de que tiene sitio, de que no se le ha olvidado jugar, de que puede ser más útil en el césped que en la grada.