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ASÍ ES EL MÁLAGA DE VÍCTOR

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Víctor

@Danielnz97 || El pincel de Víctor Sánchez del Amo ya impregna de luz un cuadro que dejó de brillar hacía ya tiempo. El claroscuro de toda la temporada empezaba ya a verse con tristeza. La agonía de estar cada vez más lejos del ascenso directo y más cerca del abismo, enmascarado con el séptimo puesto, precipitó la salida de Muñiz, que empezó a desconectar con el público tras lo que se conoce ya en el malaguismo como la Trágica Noche de Reyes, y la llegada de Víctor, cuya inminente incorporación tampoco supo a fiesta cuando este medio lo adelantó, pero respaldada y aplaudida, en cualquier caso, por una afición que ansiaba la caída de Muñiz III en el trono blanquiazul tras perder -otra vez- la batalla contra un inferior Extremadura. Deseos -prácticamente- cumplidos cuando el jeque Al Thani envió al asturiano a la guillotina de Twitter minutos después de la derrota.

 

Y el nuevo técnico brilló en su primera -de siete- prueba. Dejó en Málaga al soldado ucraniano de Muñiz (Seleznov) y al joven peón de Chiclana (Diego González). Alistó para la causa a Miguel Torres e hizo calentar a Werner pese a no ocupar siquiera hueco en el banquillo. Luis Hernández se quedó sin opción de ejecutar la catapulta y se sentó en uno de esos asientos. Boulahroud acompañó al meta argentino en la grada y Mula, que apuntaba a titular -al menos si hubiese continuado el gijonés- tras su gran actuación en Martiricos, se conformó con los minutos de la basura. Munir vio intacta su condición de primer portero; Renato fue titular un mes después; Lombán volvió a sentirse futbolista al ver que, tras 90 días, su nombre aparecía entre los once elegidos; y Keidi Bare pasó del palco de La Rosaleda al césped de Santo Domingo.

 

Más allá del falso mito de "entrenador nuevo, victoria segura"; de la -sorprendente- nueva y renovada versión de muchos jugadores; de la aparición en escena de algunos olvidados; y del aspecto mental; el Málaga de Víctor ya es una realidad. En solo unos días ha logrado imponer su sello. No cambió tanto el dibujo -nada que no se haya visto antes con Muñiz en cuanto al sistema de juego-, pero sí la forma en la que se llevó a cabo. Los jugadores salieron, siempre que fue posible, con el balón jugado. Munir arriesgó, Lombán fue pieza clave en el proceso de construcción y Keidi Bare hizo de enlace entre la defensa y el doble pivote que formaron, un poco más adelante, Adrián y N'Diaye, con Ontiveros y Renato como centinelas. El albanés estuvo relajado y bien pudo firmar su mejor partido con el primer equipo. Apenas perdió ninguna posesión, estuvo liberado y fue, con un envío en largo, el que inició la jugada del tercer tanto.

 

Otra cuestión fue la menor carga de responsabilidad que tuvieron los extremos. Renato Santos y Ontiveros trabajaron también en defensa, pero siempre varios metros más adelantados que en anteriores ocasiones. Sus arrancadas -como los goles de uno y otro- eran en campo contrario. Había menos metros por recorrer. Estaban más frescos. Ni siquiera necesitaron las incorporaciones de los laterales. Ricca y Cifu, al menos en ataque, quedaron en un segundo plano. No en vano, Víctor ya ha repetido, pese a su corta estancia, que el equipo tiene en esas posiciones de banda mucha calidad. Y que lo va a explotar. El portugués y el marbellí se estrenaron en Santo Domingo. Ya solo faltan Alejo y Mula, que salieron este viernes desde el banquillo cuando el encuentro estaba ya resuelto. Habrá que esperar para analizar el resto de variantes, pero 90 minutos bastaron para ver, por primera vez, cuatro goles y, también, la versión más alegre y divertida de este Málaga.

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