Si a estas alturas de la semana usted querido lector, se cruza con alguien que deambula por la calle, negando levemente con la cabeza y mordiéndose el labio inferior, no lo dude, se trata de un malaguista que todavía no se cree lo que sucedió en el Carlos Tartiere. Achaquemos al infortunio lo sucedido. Cuando ya pensábamos que el Málaga volvería de Asturias con un punto en la mochila, llega la jugada desgraciada de Manu Molina y el ‘golazo’ que selló en la portería equivocada. Gol en propia puerta sin tiempo para rectificar, cara de tonto de los malaguistas tras haber logrado empatar en los últimos instantes, y fin del partido apelando al recurrente Reír Por No Llorar.
No me gustaría estar en el pellejo de Manu Molina. No quiero ni pensar la de veces que le habrá dado vueltas a lo sucedido, y me quedo con el gesto de su petición de perdón a la grada malaguista del Carlos Tartiere. El fútbol no entiende de sentimientos y si hace una semana rezábamos para que el onubense se recuperara de la lesión que le tuvo tres semanas fuera de combate, ahora le toca vivir la amargura de haberse convertido en verdugo de su propio equipo. Sería injusto quedarnos solo con este accidente o error infantil, para justificar la derrota porque lo que se volvió a ver en Oviedo fue a un equipo que hasta que marcó el gol que igualaba el marcador en el minuto 85, solo había tirado dos veces a portería y de forma tímida. Poco bagaje hasta que Dioni. Lamento una vez más la falta de ambición teniendo en cuenta lo que hay en juego, sabiendo que el Eldense sumó un punto en su partido, y que ya nos encontramos ante la hora de la verdad de las nueve últimas jornadas. Ojo, el descenso está a seis puntos, uno menos que hace una semana.
Tras lo visto a lo largo de la temporada y, especialmente, frente al endeble y desahuciado Racing de Ferrol, me temo que vamos a sufrir hasta el final porque me da la impresión de que el Málaga está en una fase donde no da para más y con rivales que se van a cruzar de más nivel y que se juegan muchísimo, tanto por el ascenso como por evitar el descenso. Lamentablemente, ya no tendremos chollos enfrente a los que, con mayor o menor sufrimiento, se les ganó más por las debilidades manifiestas de Cartagena, Racing de Ferrol o Tenerife, este último aferrado a un milagro tras los últimos resultados. El Málaga, en conclusión, sigue pagando las consecuencias de la cicatería de los señores Juarros, Pérez y Muñoz, tras su negativa a fichar en el mercado de invierno.
Cambio de tercio y me centro en el único hilo de esperanza para el futuro que nos llegó hace unos días con el anunciado interés del grupo QSI de Nasser Al-Khelaifi, en la compra del clun. A lo espera de lo que ocurra, no sé si será la mejor opción después de lo que hemos vivido con al Thani, y con ejemplos similares con otros tantos empresarios foráneos que venían al fútbol español prometiendo éxitos y proyectos millonarios que se han quedado en promesas y ruinas. Solo alcanzo a pensar que de los grupos que se han reunido con al Thani para hablar de la compra del Málaga, el de Al-Khelaifi es el único que puede llegar a realizar la operación por los lazos con las altas esferas cataríes, las únicas capacitadas para hacer entrar en razón al jeque.
Solo pido que esta situación se resuelva lo antes posible y que finalice la intervención judicial. Dicho esto, metamos el hombro para impulsar al equipo a por la victoria sobre el Córdoba. Cuando esta temporada acabe, y ojalá con la salvación certificada, José María Muñoz y los suyos tendrán que rendir cuentas.
PD No me extrañaría que el administrador judicial tras más de cinco años usurpando la poltrona de La Rosaleda, esté buscando el contacto de Al-Khelaifi para pedirle un carguillo.
José Manuel Velasco
Redactor Onda Cero Málaga