Darío Brizuela copó todas las portadas en la victoria cajista del pasado sábado con total merecimiento. Un tiro patentado por el alero vasco: step-back algo precipitado en la técnica del lanzamiento, pero que casi siempre suele acabar en canasta, y más aún si se trata de un momento caliente de partido, donde la pelota arde. Este triunfo mete de lleno a los malagueños en la pelea por los últimos puestos de playoff, tan caro y tan reñido hasta la última jornada. A partir de ahora, y solo con una competición en juego, los pupilos de Katsikaris afrontan diez finales para maquillar una temporada decepcionante, con cambio de técnico incluido.
El encuentro ante Monbus Obradoiro deja una serie de notas positivas. Katsikaris destacaba el cambio de actitud del equipo a partir del segundo cuarto, después de encajar un parcial de 26-20; muchos puntos recibidos si se aspira a ganar a un colectivo bien trabajado como es el de Moncho Fernández. El cambio de cara en cuanto al nivel defensivo fue más que evidente, luego la diferencia de talento entre ambos conjuntos pondría el resto.
Pero el dato que ensalza el magnífico trabajo del técnico griego es sin duda el apartado de pérdidas, solo dos; una marca prácticamente inédita en el baloncesto de alto nivel y donde cada vez hay más posesiones por partido. Cabe recordar que Unicaja tiene en su plantilla jugadores que amasan mucho balón, como son el propio Brizuela o Jaime Fernández, lo que habla muy bien de ellos en cuanto a concentración y lectura del choque. También hay que tener en cuenta que Obradoiro es, hasta el momento, el peor equipo en robos en Liga Endesa (6,2 R.P.P); y Unicaja el que más mima la pelota (11,2 P.P.P). Por lo tanto, tampoco es tanta casualidad que se produjese esa cifra tan baja de pérdidas, pero ni mucho menos hay que restarle valor al conjunto malagueño.