@SuarezRMarca | Se mire por donde se mire, es un fracaso que el Unicaja no esté en la próxima edición de la Copa del Rey. Y no estará porque no se lo ha merecido. Tuvo suerte, después de varias derrotas humillantes, de llegar a la última jornada dependiendo de sí mismo. Claro que la tarea no era sencilla. Tenía que ganar al Real Madrid en su casa, donde no lo conseguía desde hacía ocho temporadas. Y a pesar de que durante todo el partido lo tuvo en sus manos, finalmente, entre decisiones arbitrales a favor de los blancos y pérdidas de balón absurdas, el triunfo cayó del lado de los de Laso (84-80).
Había que mirar a lo que hacían los rivales en las otras pistas. El Bilbao había ganado al Obradoiro (88-83) y el Andorra había perdido claramente en Vitoria (95-83). Quedaba el Fuenlabrada en Zaragoza, donde perdían a 45 segundos del final de 2. Tras un tiempo muerto, Popovic metió un triple decisivo (79-80) y el Cai falló el posterior ataque, otorgando a los madrileños el último puesto para la Copa en perjuicio de un Unicaja que vivió el desenlace en el vestuario.
Decepción, fracaso. Realmente da igual cómo se califique el hecho de que el Unicaja no estará en La Coruña. El problema es saber el cómo y el porqué de esta situación que ha dejado a los malagueños sin participar en la mayor fiesta del baloncesto español y, además, sin posibilidad de luchar por un título. Los tiempos negros han vuelto y amenazan con seguir sembrando de oscuridad el futuro de los cajistas.
