@SuarezRMarca | Seguro que más de uno se está frotando aún los ojos. Eso como poco al recordar la brutal exhibición que el Unicaja ha dado en el Fernando Buesa Arena, donde ha humillado y ridiculizado al todopoderoso Laboral Kutxa, que había ganado todo lo jugado en casa en Liga. Ni el más optimista de los cajistas, aficionados o plantilla, pensaría que podía llegar una victoria así, por 27 puntos.
Y menos viendo la igualdad con la que se disputó el primer cuarto, que acabó con ventaja local (21-19). Pero desde el inicio del segundo, el Unicaja fue un rodillo defensivo y ofensivo, tuvo actitud y aptitud mientras veía cómo la diferencia se iba haciendo cada jugada más grande. Y ello a pesar de los malos porcentajes en tiros libres y en triples (peores aún fueron en el rival). Esta vez no importaba porque lo compensó todo el juego interior, con un 71 % de acierto en los tres primeros cuartos. Al ecuador del tercero, los pivots baskonistas habían anotado ¡¡4 puntos!! por los ¡¡¡30!!! de los malagueños.
Más rebotes, más recuperaciones y más jugadores enchufados visitantes llevaron la ventaja por encima de los 30 puntos. En los de Perasovic, sólo Hanga parecía enterarse de qué iba el partido. En el Unicaja, partido completísimo de Nelson (9 puntos sin fallo, 3 rebotes y 6 asistencias), de un crecido Cooley (9 puntos y 9 rebotes, 4 ofensivos) y, sobre todo, de un entonado Will Thomas, tocado por la varita de los dioses (4/6 triples, 21 puntos, 7 rebotes y 25 de valoración).
Lejos de relajarse viendo que la diferencia llegó a los 35 puntos, en el Unicaja quisieron aprovechar el momento para gustarse y hurgar en la herida del rival. Al final, tras una bronca de Perasovic tocando el orgullo a los suyos, un parcial de 10-0 bajó la distancia de la treintena. Casi daba igual porque el trabajo ya estaba hecho con una victoria que afianza al equipo en posiciones de play off y ayuda a recuperar la moral y la confianza tras el fiasco de la eliminación en la Euroliga.
