La fortuna le dio la espalda al Málaga en el Carlos Belmonte. No solo al hecho de hacer injusticia en el resultado final, sino también en el banquillo. Las bajas por lesión y el problema de las fichas profesionales constituyen el juego imposible de Pellicer, quien lucha contra viento y marea por acertar desde la línea de cal con sus modificaciones. El trabajo del de Nules en el conjunto blanquiazul es, hasta el momento, impecable pese a las dificultades.
Una vez finalizado el partido, es más fácil hablar. Teniendo en cuenta las numerosas adversidades a las que se ha enfrentado en tierras manchegas, el míster aprobó con los cambios: dio entrada a Orlando Sá para proponer algo diferente en ataque con dos delanteros -Caye Quintana tuvo la pólvora mojada- e ingresó en un doble cambio a Juande, máximo goleador blanquiazul que pudo marcar en el descuento, y Juan Cruz, sensación en la Copa del Rey ante el Coruxo.
¿Qué hubiese pasado con la cautelar de Yanis Rahmani? ¿Y con Chavarría y Jozabed? Las preguntas son diversas, pero la cuestión es que el de Castellón hace lo que puede con lo que tiene. El Málaga afronta el 2021 con grandes esperanzas y, por qué no, hacer algo importante en el torneo del KO. El arranque pudo, debió y mereció ser mejor, pero Pellicer se enfrenta a un juego imposible en cada partido.