EREse un mago

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Miguel Ángel Pérez opina sobre la cantera
Miguel Ángel Pérez opina sobre el duelo contra el Girona

«Noches de faxes e ilusión» podría decir la famosa canción de Ketama si la adaptásemos para hablar del último día del mercado de fichajes. Ya es extraño que el aficionado del Málaga pueda estar ilusionado en el fin de un mercado de fichajes, habiendo sufrido lo que ha sufrido en temporada anteriores. Pero este es el nuevo Málaga, que ha sido renovado tanto en la plantilla como en la infraestructura eliminando ese tufillo que siempre le ha rodeado de que aquí todo se hace mal.

Un ERE y 40 operaciones después, el Málaga afronta una temporada que se antoja ilusionante. Es cierto que, quizás mi valoración no sea objetiva, al inicio del mercado de fichajes creía que íbamos a tener que conformarnos con los descartes de equipos teóricamente más pequeños que el nuestro. En cambio, Manolo Gaspar y su equipo han conseguido configurar una plantilla bastante completa, con mínimas carencias capaz de pelear por todo. Y es aquí donde cabe realzar su figura, pues cómo bien él decía antes de que la pandemia cambiase el mundo, que el mercado de fichajes era para el Málaga una guerra nuclear a la que se iba a combatir con espadas de madera. 

Pronóstico aciago, mensaje revelador de lo que iba a ser la realidad del club que rebajaba las expectativas y las esperanzas de que pudiéramos volver a lugar que no debimos abandonar nunca. En cambio, con el mercado terminado y con el tiempo necesario para analizar la plantilla, contemplamos con alborozo que es imposible hacer mas con menos, la confección es una obra de orfebrería de precisión quirúrgica que merece todo tipo de reconocimiento. No se puede hacer una cesta mejor con menos mimbres.

Con uno de los presupuestos para confeccionar la plantilla más bajo de la categoría se ha confeccionado, en mi opinión, una de las plantillas más competitivas y que augura, si nada se tuerce, una temporada apasionante repleta de éxitos. Manolo Gaspar y todo su equipo se merecen el reconocimiento de una afición que no está acostumbrada a ver cómo los gestores de las diferentes parcelas del club hacen un trabajo excelente. Magia o no, el trabajo, la constancia y el buen hacer de su equipo, sembrarán el camino de objetivos cumplidos y harán que el aficionado se sienta orgulloso y satisfecho y devuelva con su aliento desde la grada el gran trabajo realizado en los despachos; comunión indispensable para que el renacer del club no quede en una quimera.

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