Lo volvió a hacer. Con dos yogures (Ismael Casas y Ramón) y un hilo (Cristian y Caye), Pellicer volvió a sacar de su manga un teléfono. No necesita más el de Nules para conseguir que su once sea un equipo competitivo. Pese a que la plantilla del Málaga tiene todavía un mínimo de cinco retoques por hacer, el preparador blanquiazul sigue a lo suyo. Ni una queja, ni un aspaviento. Solo fútbol y trabajo junto a los suyos; Manolo Sánchez, Julio Rodríguez y Dani Lima. En Castalia, cuando todo el mundo esperaba una hora antes del partido más de lo mismo, Pellicer se reinventó tácticamente una vez más. Simple, fácil y para toda la familia.
Quien conoce bien al de Castellón de su etapa en juveniles, ha llovido ya, sabe que el sistema favorito de Pellicer es el 1-4-3-3. Sin embargo, este curso no lo ha podido utilizar de momento. El técnico malaguista volvió a dar un giro inesperado. Arropó a Ramón con Benkhemassa, cuyo partido fue digno, y dejó que el canterano volará por encima de todos. Así, pudo acercar a Cristian Rodríguez y Caye Quintana al área, donde verdaderamente son peligrosos. Sin Tete Morente, Pellicer colocó por la derecha a Iván Calero haciendo las veces de extremo. Es solo un parche, pero funcionó. Ismael no se estorbo con el ex del Numancia y la salida de balón ganó enteros.
Un 1-4-1-4-1 que dio al Málaga empaque desde el primer minuto de partido. Como la cosa funcionaba bien, Pellicer no quiso tocar nada. Boulahroud por Benkhemassa, para evitar la expulsión del argelino ya con amarilla, y poco más. Jozabed está esperando, al igual que Luis Muñoz, en un centro del campo que puede ser cinco veces mejor que el del curso pasado. Mientras todo se estabiliza, Pellicer se reinventó por enésima vez desde que llegó en enero al banquillo del primer equipo de La Rosaleda.