Tres meses de melancolía. Tres meses sin sentir los nervios previos a los encuentros ligueros. Por fin, después de tres meses sin que el balón rodase sobre el césped de La Rosaleda, volverá a su hábitat natural. El mismo esférico que espera introducir el Málaga CF más veces que su rival, el Huesca. El único grande que manejó como a un juguete a los blanquiazules en El Alcoraz, pero que sufre como un humilde cuando abandona el hogar. A domicilio son otras historias para los de Míchel, que se sitúan como el segundo peor visitante de LaLiga.
Los aragoneses llegan a la Costa del Sol con 24 hombres y sin ningún lesionado. Todo lo contrario que los boquerones. Las bajas, sobre todo las de Pacheco, Luis Hernández y Aarón, varían los planes de un Pellicer que tendrá que estar astuto con el dichoso tema de las fichas del filial. Sin empezar, ya parte en desventaja el Málaga.
Pero este nuevo fútbol está cargado de sorpresas. El silencio del estadio y la falta de ritmo competitivo tras el parón debido a la pandemia del COVID-19 provocan un juego distinto al vivido hace tres meses. Aunque la atracción del encuentro pasa simplemente en el regreso de LaLiga, los focos apuntarán también sobre la figura de un nipón malagueñizado.
Okazaki pisará por primera vez La Rosaleda en un contexto totalmente opuesto al que soñaba el verano anterior, cuando aún sonreía con la blanquiazul. Pero la vida da muchas vueltas, sino que se lo pregunten al delantero y al fútbol, relegado en un segundo plano hasta esta tarde a las 19:30 horas. Volverá a brillar a partir de dicha hora. Con mucho en juego para los dos equipos y en un escenario y contexto excepcional, malagueños y oscenses lucharán por unos tres puntos que darán alas y confianza al que salga victorioso de la batalla.
